Editoriales

Compromisos claros

Que los actores políticos se signifiquen en favor de unas causas, firmen cartas o muestren afinidades explícitas, ayuda a los ciudadanos a ubicarlos en la cancha política. Además, a exigirles el mismo compromiso ante problemas locales’.

Nada es peor que la ambigüedad política. Adscribirse a iniciativas externas, apegarse a declaraciones de intenciones o simpatizar abiertamente con determinadas propuestas, por insulsas o polémicas que puedan ser, nunca será peor visto que el camuflaje. Bienvenidos sean los políticos o autoridades que se significan. Permiten a los ecuatorianos componer el tablero de juego y tener claras las intenciones.

Lo contrario, ese juego camaleónico de algunos, que van y vienen cuando el viento está a favor, ha metido al país en esa inercia de descrédito. Uno nunca sabe si lo que está votando en las urnas será luego lo mismo que se ejecute al mando. Mejor conocer las afinidades políticas y ver dónde se plasma una firma, que ser un político veleta.

Es oportuno, además, porque permite a la ciudadanía -y a los opositores, si es que tuviesen verdadera vocación de hacer una contra responsable- pedir explicaciones a los firmantes de causas extranjeras por su mayor o menor implicación en los problemas internos. Si tienen tiempo para unirse a olas internacionales, habrá de tenerlo también para fijar los principios y las acciones que requieren su ciudad y su país. Eso sí que sería un compromiso coherente de su palabra. Otra cosa son las apariencias.