Cambio al discurso

Nada está hecho si las cuentas públicas están a salvo, pero la finanzas de los negocios y los hogares siguen aboyadas

Un Gobierno que ha cumplido la mitad del tiempo de su gestión debe evolucionar en sus acciones y su discurso y, en eso, el presidente de la República peca de monotemático. Tiene que dejar atrás el gran acierto de haber corregido la caja fiscal, para ir por lo urgente, por el cambio que la ciudadanía quiere oír y sentir.

Nada está hecho si las cuentas públicas están a salvo, pero las finanzas de los negocios y los hogares siguen abolladas, producto del efecto económico que dejan los altos índices de inseguridad, nunca antes vistos. De nada sirve el efecto macro si la gente en la calle sigue sin tener oportunidades laborales y sufriendo la desatención y mala calidad de los servicios en los hospitales públicos.

Ante la ausencia de argumentos válidos para un juicio político y por el bien de la estabilidad del país, es pertinente que complete su mandato, pero la pregunta que necesita el pueblo es para qué quiere quedarse en el poder. Eso es solo defendible si existe la real voluntad y compromiso de cambiar la realidad. Si se queda, tiene una larga agenda por resolver, que está marcada también por la urgencia de transformar la red vial del país que se cae a pedazos, desmontar las mafias que azotan el Seguro Social y el Ministerio de Salud, y acabar con los monopolios en la contratación pública. El Gobierno tiene que actuar y darle un giro al discurso.