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Educación: La Cenicenta sin príncipe encantado

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Esta grave situación de la educación interpela a toda la sociedad y demanda atención y soluciones inmediatas

La educación del país es problema y campo minado, efecto de varios factores. Es estructural, sistémica, creada por profesores y estudiantes e ineptitud ministerial. Es permanente, continua y profunda; resultado de factores y actores: el Estado, niveles y estructura ministerial, desintonía social, atraso pedagógico, problemas presupuestarios, etc. Y, por la inexistencia de un proyecto político educativo global para el Ecuador y la ausencia de liderazgo en este campo.

Sus programas, discursos, propuestas y acciones no tienen una idea comprensiva y orientadora para mejorarla y cambiarla. Esto la hace vivir en una constante orfandad de orientación, salida y perspectiva. Inclusive, seamos claros en señalar que ésta es una realidad sociocultural que no se puede comprender solo con los lentes dogmáticos del estatismo (que quiere introducirlo en todo), y el burdo mercadorismo (que cree que su situación de crisis se resuelve con la oferta y la demanda del mercado). Sin olvidar, que el proceso de enseñanza-aprendizaje no es de escolares y maestros sino del conjunto de la sociedad, con todos sus integrantes y actores productivos-reproductivos. Esto significa que la primera tarea de la sociedad, sus organizaciones, gremios y partidos, actores y beneficiarios es comprender que en ella se unen diversas causalidades estructurales, coyunturales, omisiones políticas, inacción programática, etc. Pues, se olvida que cuando hablamos de educación nos referimos a un proceso y piedra angular de la producción y la reproducción de la sociedad, en todos sus niveles.

La ausencia de la educación en programas y proyectos políticos y desinterés por su calidad, contenido y futuro, dice que esos políticos no tienen interés alguno por el destino de la sociedad (que es su centro, destino y futuro). Más aún, su actitud y práctica es la evidencia vergonzosa y vergonzante que son el efecto de un sistema y de una política que deseduca a líderes y actores del futuro social. En síntesis, la descomposición y crisis política es resultado de una educación de la misma condición. Por eso seguiremos con una pobre educación, baja calidad y efectos desastrosos. Esta grave situación de la educación interpela a toda la sociedad y demanda atención y soluciones inmediatas.