Dogma y partidismo en DD. HH.

"(...) hay que abandonar el sesgo y reconocer que policías y militares, como hombres y mujeres comunes, también tienen derecho a que se les reconozcan sus derechos humanos"

¿Tienen derechos humanos los ciudadanos que como policías y militares, en representación del Estado (“fuerza pública”) asumen el deber de enfrentar protestas, delincuencia, narcotráfico, terrorismo, sicariato, etc.? Esta pregunta no se puede eludir. Los uniformados son ciudadanos con deberes y derechos, seres humanos: hijos, padres, madres, esposos, etc., que por trabajo son empleados del Estado y encargados de enfrentar la delincuencia y acciones contra la seguridad pública. 

La revolución norteamericana (1776) y la francesa (1789) reconocieron los derechos humanos. Nunca señalaron que estos eran solo para civiles. La ONU no hace esa discriminación. Al amparo de que son seres humanos, los criminales de guerra (nazi-facistas y otros) fueron procesados. También lo han sido jefes políticos y líderes de movimientos sociales que han atentado contra ellos. Los organismos de derechos humanos señalan que los tienen los policías y militares secuestrados por guerrilleros y terroristas en distintas protestas y guerras. Esto debieran saber los comisionados de la CIDH sobre los hechos de octubre que burdamente niegan y omiten. Su informe de los actos de terror de indígenas, correístas y algunos movimientos sociales contra el Decreto 883 no solo es sesgado sino sectario, dogmático, groseramente partidista y orientado a favorecer a indígenas y a la “izquierda”. Por esto es necesario recordarles que los derechos humanos no son de derecha o izquierda. Los tienen todos: civiles, periodistas, policías, militares, etc. 

La ciudadanía vio cómo los protestantes lanzaban bombas incendiarias y cohetes sobre policías y militares para quemarlos, agredirlos y herirlos. Las policías secuestradas denunciaron que indígenas las ofendieron y violaron durante su secuestro. También los niños y personas de la tercera edad que no tuvieron agua en Ambato porque los indígenas impidieron su distribución, y toda la población ecuatoriana que fue privada de alimentos. Al igual que los microempresarios y emprendedores que sufrieron robos y destrucción de sus pequeños negocios. Por todo esto hay que abandonar el sesgo y reconocer que policías y militares, como hombres y mujeres comunes, también tienen derecho a que se les reconozcan sus derechos humanos.