Columnas

La Conaie-Pachakutik en su laberinto

La creación de la Conaie (1986) con reclamo, programa y lucha es necesaria para los indígenas y sus demandas étnicas, culturales, educativas y económicas; es válida.

La creación de la Conaie (1986) con reclamo, programa y lucha es necesaria para los indígenas y sus demandas étnicas, culturales, educativas y económicas; es válida. El Estado-nación no ha logrado lidiar con la diversidad social del país. Lo que llamaron la resistencia de 500 años es la ideología de su imaginario. Luego fue a otro plano: creó Pachakutik (1995), su brazo político. Esta es su fortaleza y debilidad, pues la visión y posición indígena no dio el paso necesario para proponer un Estado nacional de diversos (incluidos los mestizos). Se quedó atrapado-entrampado en una comprensión de la plurinacionalidad y pluriculturalidad con hegemonía y predominio indígena. Eso ha hecho de 1995 hasta hoy, jugando con el mito de sociedades originarias, del reino-imperio de Atahualpa y reivindicando a un indígena inca cuzqueño: Pachakutik. Rompió la “campenización abstracta” que le impusieron socialistas-comunistas y el Estado. Pero al reivindicar lo indígena como hegemónico y aglutinante del país, erró el camino. La propuesta originaria es válida, pero el programa político de Pachakutik no es factor que une otras minorías étnicas y a la mayoría mestiza.

Antropólogos seudoizquierdistas lo alimentaron, hasta la candidatura de Yaku. Este, por su formación profesional, vínculos y rol con el ecologismo y modernidad mestiza intentó romper ese etnocentrismo. Por eso radicales-violentos (Iza y Vargas) lo combatieron. Ese paso le dio 20 % de votos, jamás logrado. El barullo del CNE lo armó una dirigente indígena que lo preside, al dar resultados no concluidos, y los retorna al laberinto. Este no lo crearon los mestizos sino esa dirigente y lo alimenta la izquierda ortodoxa (MPD o DP). También los mestizos no comprenden que la resistencia indígena a la ortodoxia neoliberal es parte de un programa que transciende su etnocentrismo. Por eso lo combate el correísmo y es aceptado por sectores socialdemócratas y progresistas interesados por el país.

Hoy otra vez se entrampan en la justicia y derechos mestizos que los reconocen pero también existen deberes, y persisten en su tradición de lucha, bloqueo de vías y cierre de carreteras. Los interesados en mantenerlos en el laberinto deben comprenderlo bien los más sensatos y lucidos dirigentes.