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Asambleístas fallidos

Avatar del Willington Paredes

Ecuador, diverso en regiones y localidades (provincias, ciudades), tiene varios hechos y situaciones que evidencian procesos fallidos: Estado, democracia, ciudadanía, división de poderes, justicia, partidos, sindicatos, etc. Es como si la inconclusión fuera la regla, y la no finalización de ellos (como factores y elementos) de múltiples realidades fuera su maldición permanente. Por ej., no es error afirmar que somos un Estado nacional fallido de plurinacionalidad fallida, unidad nacional fallida, democracia fallida, institucionalización fallida, sistema de educación y universidad fallida, líderes fallidos, etc.

Uno de esos “procesos fallidos” debe ser destacado por su singularidad, pues en él convergen, se resumen y sintetizan aspectos múltiples de descomposición que determinan la condición de fallidos. Ahí se unen corrupción, demagogia, latrocinio, maquinarias electoreras manipuladoras, mentiras institucionalizadas, prácticas de diputados que cobran diezmos, asambleístas sin la formación básica, con carnet de discapacidad, negociadores, chantajistas, sableadores, etc. En resumen, toda una fauna diversa de la “clase política” de la peor especie y mala calidad.

Es como si fueran lo más podrido y descompuesto; como si el estiércol de la política nacional convergiera en un torrente hacia esos singulares “representantes” del pueblo que siempre se burlan y les fallan desvergonzadamente a los ciudadanos electores. Ahora, en el juego de máscaras del carnaval electoral varios serán elegidos. Otros muestran evidencias de lenguaje, sintaxis y gramática fallidos. Algunos en su accionar son dignos “casos” para ser “analizados” en un diván, exámenes psiquiátricos y para medir su dislexia mental.

Hoy, ante nuevos tiempos que pueden hundir más al país fallido, siguen igual. Pandemia, crisis económica y fiscal, miseria de la seguridad social, de salud y sanidad, quemeimportismo ciudadano, retraso mental e intelectual de varios dirigentes y “nuevos cuadros” que se promueven, etc., no entienden esta nueva anormalidad. Por eso preguntémonos si la Asamblea y los políticos fallidos podrán ser responsables alguna vez para ser efectivos representantes de sus electores. Hay múltiples razones y evidencias para dudar. ¿Ustedes qué dicen?