Ilustración para columna de Tania Tinoco
Los colgados de DuránIlustración Teddy Cabrera

Colgados en Durán

Varios días después de estos hechos, no había certezas de los autores de esa temeraria demostración de poderío e impunidad.

La noticia de ‘los colgados de Durán’ abrió los noticieros del 14 de febrero último. Los periodistas de la comunidad, del informativo del mediodía y del estelar no salían de su asombro y le daban al acontecimiento todo tipo de interpretaciones. Los vecinos del paso a desnivel donde amarraron y colgaron los cuerpos de los dos hombres, tenían miedo de decir lo que sabían o intuían sobre el caso. ¡Cuidado y los confundían! ¡Cuidado y eran mirados como soplones! ¡Cuidado y se convertían en blancos del grupo que había dejado semejante señal!

Varios días después de estos hechos, no había certezas de los autores de esa temeraria demostración de poderío e impunidad, haciendo que el país escalara un peldaño más en la ‘mexicanización’ de la guerra entre bandas criminales.

Me disculpo con los mexicanos por usar ese término, mexicanización, pero hace 14 años en Ciudad Juárez aparecieron los primeros colgados en puentes y postes de energía eléctrica. Las investigaciones revelaron que eran obra del cartel de Sinaloa, el grupo dirigido por el Chapo Guzmán. Lo que el cartel quería era meter miedo a sus rivales, y decir a las autoridades que sus acciones no los amedrentaban. Era además un mensaje de terror para los demás ciudadanos.

Lo ocurrido en Durán es también una demostración de poderío e impunidad de ciertas bandas criminales que operan día y noche paseándose burlonas ante las autoridades. Es lo que muchos creen y yo coincido.

El mensaje de terror que implican ‘los colgados’ ha sido recibido y entendido, pero no puede significar que lo hayamos aceptado, aun imaginando que esta no será la última vez que amanezcamos con cuerpos que cuelguen en puentes y pasos a desnivel.

Durán, la hermana pequeña de Guayaquil, se ahoga en el crimen y en la impunidad. Algunos dicen que la ciudad está tomada por grupos de narcos y criminales. Quiero creer que no es así. Empero, soy una más de los que se preguntan en qué se han usado los dineros recaudados por la tasa de seguridad que se cobra en esa urbe desde 2017. Las autoridades municipales dicen que la recaudación llega a medio millón de dólares anuales. Entonces, ¿en qué se han invertido tales fondos? Lo que ha revelado una investigación periodística es que únicamente se han adquirido cinco cámaras de vigilancia. ¡Cinco! ¿En qué se gastó lo demás?

Es hora de dar cuentas, sí, pero es también hora de arrimar el hombro. Durán no puede ser presa del crimen organizado. Si la dejamos sola, estaremos abriendo aún más la puerta de Guayaquil, la ciudad más grande del país y desafortunadamente la más peligrosa también.

Durán y Guayaquil requieren esfuerzos extraordinarios, que deben partir por el cumplimiento de la promesa oficial de dotarlas de un mayor número de policías y, en paralelo, que vayan a las calles todos, a cumplir su rol.

En tiempos tan difíciles es un desatino sin nombre que casi 1.000 policías cumplan tareas distintas a su principal función. De ellos, casi 500 están destinados a tareas de vigilancia a presos en sus domicilios. Para evitar este malgasto de recursos, existen los grilletes electrónicos, pero la respuesta formal es que “se acabaron”.

Pero incrementar el número de policías no lo es todo. Urge un verdadero plan de seguridad que cuente con mayor tecnología. Y paralelamente, aumentar y mejorar las actividades de inteligencia, que pasan por modernizar los laboratorios de criminalística. Siempre se ha dicho que oficiales de primera están laborando allí. Serían aun mejores y más eficaces, si pudieran contar con mayores recursos.

Entendemos las estrecheces económicas del gobierno, pero desde el Estado se debe entender que la seguridad es prioridad… Que no aparezcan ‘nuevos colgados’ para que volvamos a pensar en lo mismo.