¿Esperar o invertir?

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La opción de esperar es valiosa si al “retrasar” la decisión de inversión se obtiene información clave que disminuya el riesgo de esta

Guillermo Lasso está a punto de asumir su mandato. El riesgo país ha bajado más de 400 puntos base; reflejo de la respuesta positiva de los mercados internacionales al “nuevo capitán del barco”. ¿Cómo se expresa esto en la economía de los hogares?

La incertidumbre macroeconómica está ligada a lo político. Cuando las empresas perciben que un resultado político puede significar mayores riesgos para su desempeño, ejercen su opción de esperar. ¿Esperar qué? Pues, esperar para obtener más información y así disminuir la incertidumbre sobre los potenciales escenarios a enfrentar en el largo plazo. El valor de esperar que expuso Ben Bernanke, expresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (2006-2014), corresponde al trade off o sacrificio entre retorno y riesgo de largo plazo. El retorno puede ser mayor si la empresa invierte antes que los demás, pero corre más riesgo sobre todo en inversiones identificadas como irreversibles. 

La opción de esperar es valiosa si al “retrasar” la decisión de inversión se obtiene información clave que disminuya el riesgo de esta. Por tanto, ante un escenario de alta incertidumbre (política, social e incluso sanitaria) las empresas ralentizan su actividad, la generación e incluso estabilidad del empleo disminuye y los consumidores son más cautos a la hora de gastar o invertir.

Ante la incertidumbre sobre el futuro económico los consumidores, ajustan sus gastos hacia la baja sobre todo en consumo de servicios, bienes semi duraderos o bienes de lujo. La incertidumbre impulsa el incremento en el ahorro preventivo y por tanto incluso las familias con ingresos estables se preparan para posibles “tormentas”, restringen sus gastos e inversiones de largo plazo y ahorran más. Esto lo vemos con el incremento en 14,18% de los depósitos entre marzo 2020 y marzo 2021.

Por el contrario, cuando el nivel de incertidumbre baja, el horizonte luce más despejado lo cual motiva el gasto de los hogares e incentiva la inversión en bienes inmuebles, emprendimientos e incluso en educación con impacto de largo plazo (postgrados, capacitación especializada, etc.). Esto disminuye el ahorro preventivo e impulsa la demanda. Las empresas amplían su oferta, generan empleo y hay crecimiento económico.

El capitán del barco está a punto de zarpar, la neblina de la lenta vacunación aún atemoriza el camino hacia la recuperación económica. Poco tiempo para esperar y mucho para invertir. Necesitamos avanzar.

Sonia Zurita Erazo

Profesora de ESPAE, Escuela de Negocios de la ESPOL

MBA, por Tulane University