Ilustración para la columna de Tania
Lo peor que podemos hacer es no hacer nada.Ilustración Miguel Rodríguez

El siguiente paso

Tiene que ver con la unidad. Con acciones y compromisos conjuntos, sin reparos. Ya habrá tiempo para las disputas políticas.​

Los sabios dicen que identificar y aceptar un problema es equivalente a la mitad de la solución... Suena sencillo, lo sé. Palabras fáciles, pero difíciles a la hora de convertirlas en acciones.

Pues bien, los guayaquileños y ecuatorianos hemos identificado a la inseguridad y la violencia como nuestro gran problema. Lo aceptamos. Pero ahora necesitamos dar el siguiente paso. Y allí está el dilema: ¿cuál es el siguiente paso? ¿Cómo y quiénes deben liderar e inspirar a la sociedad para hacerlo propio? ¿Bajo que voz actuaremos? ¿Con qué recursos?

Me atrevo a esbozar un elemento fundamental para ese siguiente paso, que puede ser un plan, un pacto, una cruzada, como lo llamemos: Requiere la participación de las mentes más lúcidas en materia de seguridad, y en paralelo, que se bajen todas las banderas.

Si no entendemos que este no puede ser un momento de competencia política, pues tendríamos que preguntarnos -¿qué clase de políticos tenemos? Acaso queremos seguir contando muertos cada día, quedándonos únicamente en el lamento? ¡No! Por eso el siguiente paso es urgente. ¿Pero paso hacia dónde? Ese es el punto clave.

No podemos esperar resultados distintos si hacemos las mismas cosas de siempre. ¿Acaso es novedad, por ejemplo, que los militares patrullen las calles? ¿Que se armen “batidas” en determinados puntos de la ciudad para revisar los vehículos y los papeles del conductor ? ¿Que las autoridades se junten en el palacio de la Gobernación para tomarse una foto? Y lo digo así porque es evidente que unidas no están. Cada autoridad pretende llevar agua para su molino y no se ve un molino común y el agua que escasea, termina desperdiciada. Lo ocurrido días atrás en el Colegio Guayaquil es un claro ejemplo. La periodista Dayanna Monroy lo resumió perfecto: El Ministerio de Educación llegó para reinaugurar las clases presenciales. El Municipio de Guayaquil para clausurar el plantel y el Gobernador para intentar mediar. Mientras tanto, los estudiantes no sabían qué hacer… ¡O sea cada uno con agenda propia! Así no llegaremos a ninguna parte, y permitiremos que se agrave el problema de la inseguridad en la ciudad.

No recuerdo haber pedido tanto a mis hijos, como ahora, -Sean prudentes. Cuidado. Mejor no salgan- Han estado de vacaciones en su Guayaquil natal, acompañados del temor… No es justo. Esa no es la ciudad que merecemos.

Antes de escribir estas líneas conozco que personal municipal en sus típicas camionetas blancas llegó hasta Domingo Savio y Esmeraldas para bajar carteles que hacían mención de la iniciativa -Barrio Seguro- que ofrece ayuda gratuita a zonas deprimidas sin mayor control. ¡Qué señal tan mezquina! Como si no sumara cada acción en favor de la seguridad, en tiempos tan difíciles como estos.

Entonces el siguiente paso tiene que ver con la unidad. Con acciones y compromisos conjuntos, sin reparos. Ya habrá tiempo para las disputas políticas. En un año tendremos elecciones secciónales y esas mostrarán con sus resultados quién es quien;

Pero eso es mañana y aún estamos hoy y no veo un camino claro, un plan debidamente articulado que inspire a la ciudadanía a unirse. Cada ciudadano puede colaborar, con lo que está a su alcance y eso no es poca cosa. Como lo he dicho antes “nadie es tan pobre que no tenga nada que dar, ni tan rico que no tenga algo que recibir” ( frase célebre pero anónima ).

Desde esta columna mi llamado a los guayaquileños de nacimiento y corazón para que forcemos un paso más. Lo peor que podemos hacer es no hacer nada.