Columnas

Las viudas del 5-F

El PSC pasa de ser el partido con mayor número de alcaldías y prefecturas, a uno que verá su agonía final desde un sarcófago…

En un país que se muerde la cola, no hay elección ausente de muertos, heridos y hasta resucitados que no eran cadáveres sino devotos de la parranda. Es hora de reseñar a los primeros, porque para los segundos habrá tiempo de seguirles la pista y comprobar que (casi) nadie cambia: los honestos lo seguirán siendo; los rateros, también. Cosas de ADN.

Jaime Nebot acaba de ver implosionar ante sus ojos al partido que heredó de un león legendario. Por primera vez en tres décadas pierde el Cabildo del último búnker socialcristiano; de yapa, también la prefectura del “va porque va”, y desaparece en sitios donde en el pasado no tan lejano lo tenía como referente o contendor serio: adiós Santa Elena, El Oro, Sierra central, adiós, adiós. Pasa de ser el partido con mayor número de alcaldías y prefecturas, a uno que verá su agonía final desde un sarcófago…

Cynthia Viteri despilfarró la mitad del electorado madera de guerrero en un santiamén de excesos e inciensos que la mantenían en la nube mientras la ciudad de los narcos y los vacunadores se desangraba, y ella le curaba a las víctimas el cáncer de la desesperanza con cervezas de mala muerte…. Y Susana González logró lo imposible: perdió el reducto más fácil de conservar. Jamás comprenderá qué le pasó porque llegó de agache y gobernó de puntillas, con un ojo en el espejo y otro en su sueño de ir de tiendas por La Gran Vía de Madrid.

Las encuestadoras deberían convocar una rueda de prensa y pedir perdón, mirándonos a los ojos. Y después desaparecer del mapa, que deben ocupar empresas con un mínimo de decencia y rigor profesional. Decir al cierre del escrutinio que el Sí ganaba 60-40 o invertir el orden de los ganadores en Guayaquil o Ambato es de comisaría. ¿Cuándo entenderán que ellas juegan con un valor vital que se llama “confianza ciudadana”?

Del presidente derrotado, ¿qué decir? Es tan impopular que no logró el Sí ni en las dos preguntas que sabían a tiramisú: extraditar indeseables y cortar cabezas a ineptos, perdón, asambleístas. Ni ahí. Dudo que se baje de su soberbia y rearme su círculo de chupamedias. El diálogo al que convoca nace muerto porque el único comensal que le aceptará la invitación es su inmenso espejo.