Primer asalto, perdido

Demagogia pura. Que el Gobierno se las pone en bandeja, en un primer asalto que se lo ve perdido
Tras el éxito notable de la vacunación, correspondía que el Gobierno centre sus esfuerzos en crear empleo. Lo intenta con una megaley que propone radicales reformas laborales y tributarias. Unas muy necesarias, otras muy discutibles; tanto, que podrían ser el caballo de batalla para que los crecientes opositores al régimen le ganen esta partida.
El presidente Guillermo Lasso tiene dos frentes abiertos y en ambos es previsible la derrota: la Asamblea Nacional Desprestigiada negará su ley, donde no tiene mayoría ni aliados ideológicos confiables: ya lo sabe, con amigos como los del PSC es mejor tener enemigos declarados. Y lejos de sumar en otras bancadas, hay reformas que darán alas a los demagogos para reflotar su pésima imagen. Menciono dos: posibilita a los empleadores (art. 47) el pago del sueldo en bienes (por ejemplo, con los sacos de arroz con que ya los pagan algunos), y los faculta a despedir trabajadores (art. 70) por causas subjetivas (“falta de rectitud” o “de cumplimiento ético del deber”) que no requieren más que su voluntad, sin ningún trámite ni intervención de tercero que dirima. Y sin indemnización.
En resumen: el empleador será parte… y juez. ¿Hace falta decir que eso es indefendible y que cualquier ciudadano, empleado o con ganas de serlo, lo verá como un ataque a sus derechos? En el frente de la percepción ciudadana también puede perder. Porque el mayor ejército de desempleados de nuestra historia -solo 1 de cada 3 tiene trabajo formal- no lo verá como una “oportunidad” de lograr empleo, sino como lo que es: un salto al vacío.
En la Asamblea se llenarán la boca defendiendo las conquistas laborales… de los 6 millones de desempleados. ¿Cuáles conquistas, ¡oh farsantes!, si por políticos como ustedes esos millones venden desde caramelos hasta drogas para sobrevivir? Y hasta es posible que pasen de ser lo que son: de mediocres que se sirven del cargo público para darse almuerzos de $ 45 (¿qué come usted, señora presidente Llori?) a voceros de los “desposeídos de la Patria”. Demagogia pura. Que el Gobierno se las pone en bandeja, en un primer asalto que se lo ve perdido.