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Irán y el cabello suelto

Avatar del Rubén Montoya

Que las mujeres iraníes nos enrostren su valor y su oposición a un modo de vida excluyente y criminal es una buena noticia...’.

A pesar de mi pasión futbolera, si hay un suceso que me gustaría cubrir ahora mismo no es el de la fiesta mundialista catarí, que se preparó con sobornos y sangre (6.500 muertos en las construcciones de infraestructura) sino el que se cocina a punta de insolencia y coraje en las calles de Irán.

Mientras el mundo occidental pone en evidencia su moral selectiva, y guarda un ‘mutis’ colosal frente a la mayor revolución feminista en lo que va del siglo, hay un puñado de valientes que ponen -literalmente- el pecho a las balas para defender un derecho hiperbásico: llevar el pelo suelto, sin velos que lo aprisionen. ¿No es de locos que un gesto así de elemental y hermoso sea prohibido?

El asesinato de una joven kurda, Masha Amini, “por llevar de modo incorrecto el velo islámico” y la revuelta juvenil que ha provocado tienen que ver con el derecho de una mujer a decidir por sí misma, algo que no debiera discutirse a estas alturas. Cuesta creer que mientras transitamos la mayor revolución de la historia, en todos los órdenes, el fundamentalismo islámico mantenga el ejercicio de libertades en tiempo de cavernas y ejecute sin miramientos a sus opositores. Pero cuesta más aceptar que el mundo pierda de vista un suceso de tal relevancia, aunque solo fuera para desayunarse que hay ejemplos que deben respaldarse.

Y el de las mujeres iraníes debería ser tema de publicidad y estudio, no de silencio. Allí se está acunando la oposición a un modo de vida perverso y a un sistema autoritario que es gran enemigo de Occidente desde que un ayatola demente lanzó la cruzada “El despertar del islam”, antecedente de muchos atentados terroristas que tuvieron como guinda el ataque a EE. UU. hace dos décadas. Y que en este año fue ratificado por el líder religioso de Irán, presto a derramar sus “bendiciones” sobre “el arrogante Occidente”.

Que las mujeres iraníes nos enrostren su valor y su oposición a un modo de vida excluyente y criminal es una buena noticia. Que nos recuerden que toda libertad se conquista… es una buena noticia. Una mala es que nosotros, maestros del sometimiento y la indiferencia, miremos para otro lado.