La absolución de Odebrecht

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'Por increíble que parezca, quien debe indemnizar, Odebrecht, puede sacarnos más dinero...’.

“No vamos a permitir que sigan burlándose del país y haciendo lo que les da la gana”. Así justificaba Rafael Correa la expulsión de Odebrecht, el gigante de la construcción en América Latina. Era octubre de 2008, más de dos décadas después de que la empresa desembarcara aquí, durante el gobierno de León Febres-Cordero.

Sin embargo, Odebrecht volvió en el 2011, con mejores contratos que los 5 que tenía cuando fue expulsada. Ahora, por uno del 2013, reclama el pago de US$ 184 millones. 

Por increíble que parezca, quien debe indemnizar, puede sacarnos más dinero. Recordemos: Odebrecht se declaró culpable, ante una corte norteamericana, de ser el cerebro de un esquema masivo de contrataciones fraudulentas, obtenidas con sobornos, en 11 países de Latinoamérica, entre ellos Ecuador. Fue condenada a pagar un desagravio de US$ 2.600 millones a Brasil, EE. UU. y Suiza. Como parte del esquema, el juez mostró que en Ecuador se había pagado US$ 33 millones en coimas, y en Perú, US$ 29 millones.

Pero mientras otros países afectados suscribieron acuerdos de compensación, Ecuador está a punto de permitir que Odebrecht no pague, sino que reciba.

Ilustra este ejemplo: Perú firmó el año pasado un acuerdo con la empresa, por el cual ella se obligó a pagarle US$ 228 millones como “reparación civil” y US$ 134 millones por deuda tributaria. ¿Cómo lo hizo un país que había recibido menos sobornos que el nuestro? Quizás por dos razones: porque el tema de fondo no es que devuelvan el monto exacto de las coimas, sino que reparen todo el daño causado. Y, además, allá tienen un fiscal general…

Acá, quienes han fungido de tales nos han ocultado información y nos han hecho creer que no sindican a la principal culpable porque “está colaborando con la justicia”. 

Acá nos venden la idea de que Odebrecht coimó en todos los contratos, menos en el del Metro de Quito, ¡que tiene la cuantía más alta! de todos los celebrados por la compañía en más de 3 décadas. 

Allá Odebrecht reconoce el delito, acepta, paga. Aquí demanda y, posiblemente, cobra. Allá es culpable: aquí los culpables somos nosotros y ella va camino a la absolución.