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Rubén Montoya Vega | Cristina, La Korrupta

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En 2013, La Ruta del dinero K mostró la estructura criminal montada por los Kirchner.  Los juicios hoy se siguen contando

La sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Argentina, confirmando pena de cárcel contra la expresidenta Cristina Kirchner, no es un hito cualquiera. Luego de 18 años de proceso y de 14 jueces -uno tras otro- ratificando los hechos, por fin la historia permite decirlo en voz alta: Cristina es corrupta, defraudó al Estado en más de 80 mil millones de pesos y -solo en este caso- manipuló 51 licitaciones. Es la auténtica jefa de la banda que asoló a su país.

Aunque Latinoamérica ha sido prolífica en parir delincuentes que llegan a presidentes, ministros, prefectas, alcaldes o asambleístas, lo de Argentina es paradigmático, pues los modos -y los montos- que se usaron son de novela. Néstor y Cristina Kirchner, por ejemplo, montaron una financiera solo para lavar decenas de millones de dólares, que obtenían de sobreprecios, coimas, tráfico de influencias o manejo de información privilegiada (como cuando Néstor, en el 2008 compró por lo bajo US$ 2 millones, que al día siguiente le habrían costado mucho más por la devaluación del peso).

En 2013, La Ruta del dinero K, emblemática denuncia del periodista Jorge Lanata, mostró la estructura criminal montada por los Kirchner. Fue apenas un botón, y no el primero. Las denuncias se acumularon y también los juicios. En 2010 había 40, 20 más en el 2016 y hoy se siguen contando.

En uno de ellos, la Corte acaba de asestar un golpe. De justicia. Cristina consumirá sus últimos días en arresto domiciliario -beneficio por su edad- y tal vez con un grillete electrónico, apenas un detalle, pues la losa que acaba de caerle gobernará su biografía. Sin embargo, el peronismo, que ha acogido en su seno a todas las vertientes ideológicas posibles, desde la derecha más rancia (Carlos Menem), el socialismo ratero (Néstor Kirchner) o el populismo más desbocado (Alberto Fernández), seguirá vivo. Lo hará mientras haya partidarios de su verdadera ideología: una loca pasión por el dinero ajeno.

Por ahora, la mujer que “sabía todo”, como han dicho innumerables testigos en los juicios, tendrá la lápida que construyó a punta de robo y fuego. Ella será por siempre Cristina, La Korrupta.