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Rubén Montoya: El nuevo Desorden Mundial

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Ese nuevo orden mundial que surgió tras los horrores del Holocausto ha muerto

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el terror del planeta a repetir la barbarie lo llevó a levantar los cimientos de un nuevo orden, que empezó por la repartición de control territorial entre la URSS y los EE. UU., y por la creación de un organismo que diera sostén a la paz: la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que puso las reglas para que los tiranos tuvieran cortapisas. 

Pese a sus múltiples errores, su arquitectura de gobernanza mundial contuvo despropósitos, alertó conflictos y alivió espantos. Sin ella, por ejemplo, las tensiones de la Guerra Fría habrían explotado.

Ese orden que surgió tras los horrores del Holocausto y sus derivados ha muerto. Y no hay nada en el horizonte que nos permita ver la recomposición de la cordura y el equilibrio entre los grandes poderes. Al contrario: el mundo tiene hoy un despelote de proporciones mayores. Y no parece que volveremos a tener un pulso deseable entre potencias hegemónicas.

Esto sucede, primero y fundamentalmente, porque EE. UU. ya no es el líder que surgió tras la caía del comunismo en Europa; luego porque China (donde hay otros comunistas, más inteligentes y perversos) es un gigante que mueve sus fichas con paciencia y sagacidad: conquista a Occidente dándole lo que más le gusta: consumo y dinero. Ustedes dirían ‘cash’… La factura será impagable.

Hay más razones, pero todo empieza por allí. Y con Donald Trump jugando a ser elefante en una tienda de cristales, el descontrol está garantizado. Su liderazgo es caótico; sus idas y vueltas, constantes; su palabra, volátil. 

El detalle no es menor: el mismo Trump que se jactaba de acabar “en 24 horas” la guerra Rusia-Ucrania, porque convencería a su admirado amigo Vladimir Putin, lo acaba de llamar “loco”, porque el zar respondió con demencia a la ofensiva ucraniana de estos días. Es el mismo Trump que propone hacer de Gaza un “spa” mientras Benjamín Netanyahu ordena seguir perpetrando allí una eliminación sistemática. Y es el mismo que no ha dicho ni pío ante la nueva demostración de acoso que acaba de hacer China frente a Taiwán.

El nuevo desorden mundial está servido. Y Trump es su camarero.