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Rubén Montoya: Ha muerto un símbolo

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A diferencia de los rateros de la izquierda enloquecida que aún merodea por Latinoamérica, ‘el Pepe’ combatió a los corruptos

Hay humanos que trascienden los preconceptos porque sus obras excepcionales desbaratan cánones y crean tendencias. Nacen para “ser todo o no ser”, como dijo uno de ellos, el que acaba de morir, José ‘el Pepe’ Mujica. ¿Cómo encasillar al presidente que, contrariando a sus compañeros de ruta, despreció el lujo y optó por una vida de austeridad espartana? ¿Cómo hacerlo con el guerrillero que asaltaba bancos y repartía el botín con los pobres? ¿Cómo, con el hombre que no tenía redes sociales, pero al que los algoritmos amaban porque era un orador y un sabio hiperpopular?

Imposible. Las contradicciones humanas (¿quién no las tiene?) del ‘presidente más sencillo del mundo’ pondrán alguna estela gris en su vida, pero no dañarán la luminosidad de su legado. La razón es poderosa: Mujica fue un monumento a la coherencia. El hombre que pasó 12 años preso y en aislamiento absoluto; el que tuvo que beber su propia orina para sobrevivir, honró el indulto que le dio la sociedad uruguaya y se transformó en su líder más honesto y lúcido.

“El hombre es el problema, pero también es la esperanza”, decía. Entonces, decidió predicar con el ejemplo: “vivir en igualdad de los demás”. Por eso donaba el 90 % de su sueldo, jamás usó otro coche que no fuese su destartalado escarabajo, ni dejó de cultivar sus legumbres en la rústica chacra que era su hogar en Montevideo. A diferencia de los rateros de la izquierda enloquecida que aún merodea por Latinoamérica (criticó casi a todos, pero a uno elogió, contradictorio al fin) ‘el Pepe’ combatió a los corruptos, y se desprendió del poder porque sabía que no era el centro del mundo y que los procesos reales de cambio social precisan de muchos líderes, no de imbéciles que se creen imprescindibles.

Ha muerto ‘el Pepe’ y será extrañado. Y sí, vivirá mientras alguien lo recuerde. Serán muchos. En la izquierda inmoral, que tratará de volverlo su estampita porque por allí andan escasos de inteligencia y famélicos de honestidad. Y serán muchos en la izquierda honesta y en la derecha ídem y en cualquier lado. Porque en tiempos de oscuridad, la luz más potente suele ser la de la coherencia.