Columnas

Gobierno a la deriva

El presidente cree que él es presidente, asesor, vocero… todo. Él se notifica del problema, él lo analiza, él lo enfrenta y él lo comunica. Él

Pocos errores son tan graves en el ejercicio de un Gobierno como la falta de estrategia. Un régimen está obligado a tener un sentido abarcador de su gestión, una meta concreta y unos modos de alcanzarla. El régimen de Guillermo Lasso nunca la ha tenido y, de paso, ha despreciado una de sus aristas vitales, la comunicación. Ha tomado decisiones sin sentido estratégico y sí dominado por lo que dictan los vientos pasajeros.

Las conversaciones que celebra con el sector indígena muestran su talante reactivo y no estratégico. Allí en vez de Mesas de Diálogo hay Mesas de Concesiones. Algunas son desastrosas. Un ejemplo: haber cedido el control de la Educación Multicultural a los autóctonos. Resigna su obligación, lo cual es preocupante, e ilegal, porque incumple normas constitucionales. Si la base de tal método es la convivencia entre distintos modos de cultura, ¿qué tipo de “encuentro” podrá darse si estará en manos de los violentos y excluyentes? No necesitamos ser analistas para intuir adónde irá a parar un sistema educativo controlado por Leonidas Iza. Primera cosa.

Segunda. Sumar a la falta de estrategia una pésima comunicación. Aquí va un botón: hace dos semanas cuando retornó al país y se encontró con los detalles del horrible asesinato a María Belén Bernal, Lasso valoró el tema y salió a combatirlo. Destituyó generales, ordenó una demolición, dio plazos… Usó un calificativo: “inmediatamente”. Y sin querer, lo redefinió. Los policías siguen en sus cargos porque recién ahora reconoce que hay “procedimientos que deben respetarse”. Dio siete días para dar con el presunto asesino, y contando vamos. Pensó que destruir un edificio es zanjar lacras sociales. Y no.

El presidente cree que él es presidente, asesor, vocero y ventrílocuo… todo. Él se notifica del problema, él lo analiza, él lo enfrenta y él lo comunica. Él.

Pues si sigue a la deriva que no se queje de que “inmediatamente” lo manden para su casa, el día en que se conecten dos factores que no nacieron para estar juntos, pero quién sabe: las ganas locas de tumbarlo que tiene el Trío de Conspiradores y el vaso lleno de la paciencia ciudadana.