Rosa Torres Gorostiza | El país requiere unión ante secuestros extorsivos

Indignarse y no hacer nada es quemeimportismo. La falta de acción y coordinación favorece la expansión del delito
Hay una creciente indignación en la población por los cada vez más violentos secuestros extorsivos, cometidos mayoritariamente en las provincias costeras, y sobre todo en Guayaquil y Durán. Pero si esa expresión de enojo ciudadano, seguramente compartida por empresarios, funcionarios públicos y demás integrantes de la sociedad ecuatoriana, no se traduce en acciones concretas de apoyo genuino a la lucha contra el crimen, no sirve de nada.
Hasta ahora no hay organizaciones barriales ni conglomerados empresariales que hayan anunciado iniciativas para combatir la delincuencia y el crimen organizado. Las personas y las instituciones continúan sin articularse, asumiendo que la responsabilidad de la seguridad es únicamente de los miembros de la fuerza pública y del Gobierno central, y no de todas las instituciones y personas que integran la sociedad ecuatoriana.
Los barrios, casi todos carentes de organización y de verdaderos líderes, no han salido a las calles a expresar ni su indignación a los criminales ni su apoyo a las acciones policiales y militares. Parece que el miedo y la desunión los han paralizado hasta el punto de que ven el desplazamiento como la única opción válida posible. Lo que los ciudadanos no están viendo es que ya no hay zonas ni lugares seguros en Guayaquil, Durán, Milagro, Machala ni en otras ciudades del país, porque los criminales están escondidos hasta en las urbanizaciones más exclusivas, en los gobiernos locales más pequeños, en los ministerios, en instituciones públicas y empresas privadas, porque las necesitan para hacer negocios fraudulentos o para lavar el dinero obtenido a través de la actividad criminal. Y eso incluye la infiltración en las filas de la Policía y de las Fuerzas Armadas, porque necesitan la información de las operaciones para evitar las incautaciones y los arrestos.
En la actual situación, la lucha ciudadana es vital porque los secuestros en Ecuador ya dejaron de ser selectivos y ahora son un delito de oportunidad, según la propia Policía. Y no me refiero a que los ciudadanos deben salir a disparar a los delincuentes, sino que deben convertirse en los vigías de su sector. Y el Estado debe establecer los canales para permitir la cooperación ciudadana eficaz y segura.