Policía toda la vida (iii)

Avatar del Roberto Passailaigue

'La sociedad toda descansa bajo su cuidado, pero hay quienes no son recíprocos con su labor.'

La confesión del policía a la que me he referido continúa en su soliloquio introspectivo: “Estudia, no sean policías. Sí, estudia y no seas policía, ya que acá entramos pocos, y a las universidades pueden entrar los que quieren”.

“Y sí, mírame, escuché todas estas frases, sentí el sabor del barro en mi rostro cada vez que me caía y pensaba que no podía levantarme. Aprendí a desayunar a las cuatro de la mañana, a apreciar ese pan que más de una vez lo guardé en mi camuflaje. Aprendí un único estilo de tendido para mi cama y a poner mi pijama doblada bajo la almohada. Aprendí a apreciar el tiempo que tengo junto a mi familia, aprendí el significado de la palabra ‘Body’, que es una palabra que va más allá de la amistad. Aprendí a no derramar lágrimas al ver a mi familia y luego mirarla irse un día de visitas. Aprendí a sonreír, mientras las lágrimas se me mezclaban con el sudor en una noche de “teque”. Aprendí a hablar con Dios acostado sobre mi litera y lo más importante, aprendí a ser un hombre de bien, mejor conocido como policía. Yo soy policía. Policía un día, policía toda la vida”.

Yo no soy el autor y no importa quién lo sea, pero: ¿por qué he transcrito este texto de un autor que de seguro es policía? Simplemente porque evidencia una faceta desconocida por muchos de lo que es y cómo se forma un policía, de lo que siente y de lo que piensa, de lo que se arriesga por la sociedad y cómo esta le paga. Ahora los que se dicen progresistas conceden mayor protección al delincuente que a los ciudadanos y a quienes nos defienden, y los enemigos de esa delincuencia organizada son vistos como si ellos fueran los que delinquen al defender a los agraviados o violentados.

Loor a la Policía Nacional, felicitaciones a todo su personal, desde el comando hasta la tropa. La sociedad toda descansa bajo su cuidado, pero hay quienes no son recíprocos con su labor. Es momento de que Ecuador, sus ciudadanos e instituciones, reconozcan en la Policía Nacional, a los hombres y mujeres del orden y la disciplina, que son nuestros amigos, y que los enemigos son los otros, los delincuentes.