¡Qué vergüenza!

No hay bancadas de oposición en la Legislatura que planteen una verdadera reforma penal. Una de fondo.

No suelo reproducir textos ajenos. Pero este -al margen de su veracidad- debe ser conocido por el público:

Tengo un segundo para disparar, pues el delincuente armado apunta a su víctima. Es una madre con su niño de la mano. Él dispara y ella cae al suelo envuelta en sangre. 

Él la estrucha mientras el niño llora. Mi impulso policial persiste, pero pienso: no tengo apoyo de nadie, ni siquiera de la misma Policía. Se acabará mi carrera, el Ministerio del Interior no me defenderá, el Ministerio Público me acusará y el Poder Judicial me sentenciará. Por eso no puedo disparar. Maldito desalmado. No solo robó a la mujer: destruyó su familia, se llevó sus sueños, sus planes, su felicidad y su vida. Pero… la mía me espera en casa. Hago la llamada al 123 y aviso. 

Llego a casa y abrazo a mi esposa e hijos. No tengo que ver al ministro del Interior acusándome de irracional al impedir que el asesino -pobre víctima de la sociedad- matase a una mujer por un bolso, para satisfacer sus justas necesidades. No tengo que escuchar al presidente del Poder Judicial o al representante del Ministerio Público diciendo: uso excesivo de la fuerza. 

No leo en las redes sociales el desprecio de la sociedad hacia mí. No veo a los organismos de derechos humanos reclamando justicia e indemnización para la familia del pobre muchacho, muerto vilmente a manos de las fuerzas represoras poco preparadas y que actúan precipitadamente, pidiendo encarcelarme por abuso de poder. Tampoco veo a la prensa desacreditando la labor policial. Mi arma no me es retirada ni estoy seis meses suspendido sin poder trabajar, mientras deciden si voy a prisión o no. Tampoco tengo que pagar con mi dinero a un abogado “no garantista” que me defienda, tan solo por cumplir con mi deber. 

Yo estuve allí, sí. Pero es como si no hubiese estado. Esto, gracias al garantismo penal y a la mediocridad de un país que no se interesa en cambiar tan nefasto sistema, pese a que el miserable que lo construyó huyó hace 3 años. 

No hay bancadas de oposición en la Legislatura que planteen una verdadera reforma penal. Una de fondo.

¡Qué vergüenza!