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Roberto López: Nuestra propia casta

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Doce preguntas de una consulta no van a restaurar la democracia. ¿O el país ha cambiado algo luego de tantas insulsas consultas?

Milei dijo que los políticos nos hacen creer que no podríamos vivir sin ellos. Y que quienes no pueden vivir sin nosotros, son ellos. Y que la casta -como los llama- se ha beneficiado de “un sistema que considera al Estado como un botín de guerra para repartirse entre los amigos”. Un discurso que pateó el tablero y rompió con la casta que destruyó Argentina. Con los políticos. Como no lo hacen los nuestros (que solo se hacen los coj…) y que con sus componendas nos han dejado -casi nada- sin justicia, manteniendo un nefasto sistema electoral en el que un tipo se inscribe como candidato con cédula falsa y el ELN hace aportes ilícitos de campaña y no pasa nada. Mientras la casta de la Asamblea -¡zas!- despeja juicio tras juicio. Incluido el del CNE, porque su objetivo es la auténtica heroína de este país: la fiscal general.

Esa misma casta que convirtió la Contraloría en una cueva de ladrones. La que no hace una reforma legal para impedir que los maleantes sean liberados por otros pillos con títulos de jueces. La misma que puso a un demente venido de las estrellas (recién estrellado) a cerrar el círculo para nombrar los jueces que tiren abajo la sentencia de Correa.

Pensar que este chiste es una democracia constituye un eufemismo propio de ingenuos. Deberíamos comenzar a asumir ya, que vivimos un remedo de Estado creado por la casta política para mantener sus privilegios y no para servir al Ecuador. Y que sus intereses no son los nuestros. Y que “no los necesitamos”, como dijo Milei. Y que si no los extirpamos de lo poco que aún queda de este eufemismo democrático, no vamos a salir de él.

Doce preguntas de una consulta no van a restaurar la democracia. ¿O el país ha cambiado algo luego de tantas insulsas consultas? O encontramos la forma de hacer una constituyente -única forma de arreglar este profundo descalabro- o nunca saldremos de este estercolero político, falsamente llamado democracia.

Ni de nuestra propia casta. La que tiene jo…robado a este país. No sé qué más hace falta para que abramos los ojos y entendamos que nuestros males nacen de una cárcel llamada Constitución.