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Roberto López Moreno | Los dones olvidados

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Es evidente que pese al mandato constitucional, los enfermos catastróficos duermen en la noche del olvido

Luego de varios días nublados, la ciudad amaneció esplendorosa. Al ver el verde de las palmeras enmarcado por ese celeste intenso del cielo guayaquileño, aspiré profundamente ante la majestad del infinito y reflexioné sobre los dones invisibles que a veces olvidamos tener. ¿Sabía que quienes padecen fibrosis quística no pueden darse ‘el lujo’ de respirar bien? La enfermedad dificulta el funcionamiento de los pulmones. Y es incurable. ¿Imagina lo desesperante que es sentir la falta de oxígeno? Pero la ciencia ha descubierto nuevos medicamentos como Orkambi, Trikafta o Sindeko, que mejoran la calidad de vida de los pacientes: relajan la musculatura lisa y aumentan la capacidad de respirar.

La Constitución garantiza “atención prioritaria y especializada en los ámbitos público y privado” a quienes adolecen enfermedades catastróficas. ¿Tenemos un derecho más primordial que llenar de aire nuestros pulmones?

Pero la indolencia del aparato estatal se lo pasa por el Arco del Triunfo. Es que... los medicamentos no están en la ‘lista’ que el Estado entrega a los pacientes. Y además, son caros. Lo cual es relativo, pues -siendo el costo de 900 dólares diarios, lo que da un valor anual de $ 328.500 dólares por paciente- no alcanza los 400 mil dólares que la prefecta de Pichincha se ferió en un ridículo mural. O el costo del nepotismo legislativo [que gracias al presidente de la Asamblea acaba de ser suprimido]. Sin embargo es evidente que pese al mandato constitucional, los enfermos catastróficos duermen en la noche del olvido.

Como no creo en los derechos con escopeta, pienso que podríamos poner nuestro granito de arena contándoselo a todo médico amigo. Así quizás llegue a los oído del ministro de Salud o a quien corresponda, y se incluya los fármacos en la dichosa lista.

Lo que nos engrandece como seres humanos no es lo que hacemos en beneficio propio, sino lo que hacemos por los demás. Ayudar a que alguien recupere el invisible don de respirar, nos hará mejores personas.

Los abogados defienden los derechos de los delincuentes demandando ante la CC las leyes de guerra. ¿Y los derechos de las personas buenas?