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El ujier de Humpty Dumpty

Avatar del Roberto Aguilar

En un golpe de Estado parlamentario hasta los ujieres son importantes. Los ujieres, sobre todo

Que en un golpe de Estado parlamentario “hasta los ujieres tienen gran importancia”, como escribió Curzio Malaparte, lo confirma en el Ecuador del siglo XXI el bien mandado secretario general de la Asamblea, Álvaro Salazar. Sobreviviente de la presidencia de Guadalupe Llori, aprendió a capear el temporal a fuerza de tragarse todas las ruedas de molino que le pusieron por delante. Desde aquella primera sesión del CAL en que el nuevo presidente, Virgilio Saquicela, con un virtual carajazo lo puso en su lugar, Salazar ha sabido conservarlo. Hoy es el tinterillo de mano de Humpty Dumpty, el personaje de ‘Alicia a través del espejo’ que Virgilio Saquicela se ha propuesto emular hasta en su facha general. En otras palabras: es imprescindible.

—Cuando YO uso una palabra —insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso— quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

—La cuestión —insistió Alicia— es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

—La cuestión —zanjó Humpty Dumpty— es saber quién es el que manda…, eso es todo.

Álvaro Salazar tiene claro quién es el que manda. Y de quién depende su sueldo. Si Humpty Dumpty requiere, por ejemplo, que la palabra “completar” (“añadir las partes que faltan”) signifique “corregir” (“enmendar lo errado”), ahí está él para encontrar la figura jurídica capaz de expresar los deseos de su dueño. Y si Humpty Dumpty necesita cambiarle de nombre a la “Resolución” aprobada como tal el día lunes 20 de marzo por el Consejo que preside y que a punto estuvo de enviar a la Corte Constitucional antes de darse cuenta de que iba llena de errores (es decir: que había que completarla); si necesita, pues, que esa resolución deje de llamarse resolución y se convierta en otra cosa, ahí está el pequeño tinterillo para expresarlo todo en los términos correctos. Así, cuando la juez Teresa Nuques pide que se complete el expediente, añadiendo las partes que faltan, especialmente la resolución del 20 de marzo, se le explica que no hay nada que corregir y que ese día no se tomó resolución alguna. Lo cual se dice fácil pero hay que saber cómo ponerlo. Salazar lo puso así: “Según los registros y documentos a cargo de esta Secretaría General, no se desprende de los mismos, texto formalmente suscrito que corresponda a lo que el Auto denomina ‘la resolución del 20 de marzo de 2023’, constando únicamente, como resultado directo de los hechos relatados, el texto suscrito de la Resolución de 21 de marzo”. Con la dosis correcta de retorcimiento tinterillezco y basura gramatical para esconder la trampa. Y una redacción de a perro: “Según los registros y documentos no se desprende de los mismos”. Chúpate esa, Nuques.

Fino sentido de observación el de Curzio Malaparte: en un golpe de Estado parlamentario “hasta los ujieres tienen gran importancia”. Se podría añadir: los ujieres, sobre todo. Al menos en un país como este, donde los tinterillos son ‘influencers’. Si en algo deben ser extremadamente cuidadosos los gestores de un golpe parlamentario es en la apariencia de legalidad. Un golpe parlamentario, desde Bonaparte hasta la fecha, está obligado a permanecer, a cualquier precio, fiel al procedimiento. ¿Y qué es el procedimiento? Es, desde esta perspectiva y otra vez según Malaparte, la legalización formal de los hechos consumados. Como cuando se conforma una comisión multipartidista de siete miembros con seis correístas, por ejemplo. Para eso sirven los álvaros salazares que en el mundo han sido. Para eso y para convencer a los tinterillos ‘influencers’, según los cuales no hay golpe si hay procedimiento. Es la revolución de los ujieres.