¿Y el gabinete?

¿Será por eso que, la más de las veces, los candidatos ocultan a quienes serán los futuros secretarios de Estado?
En estas precipitadas elecciones volvimos a ser testigos de lo dificultoso que fue para los presidenciables develar el nombre de su binomio, lo que parece que, en varios casos, se lo hace por la sola obligación de presentar esa fórmula para inscribir la candidatura. En cambio, la conformación del gabinete queda en un absoluto segundo plano e, incluso, para varios días después de la posesión presidencial, lo que es una verdadera vergüenza, toda vez que los ministros son necesarios para la buena gestión gubernamental, pues un jefe de Estado no es, ni puede creerse, un todólogo, por lo que requiere de expertos que afiancen la toma de decisiones adecuadas.
Es el gabinete el que, al final de cuentas, nos dice cómo va a gobernar el elegido: las ofertas de campaña y las pautas publicitarias no pasan de ser mecanismos para ganar elecciones, ofrecimientos que, muchas veces, se estrellan contra la realidad de los hechos. Cuatro ministerios son las patas indispensables en esta mesa: Gobierno, Defensa, Economía y Cancillería. Así, usted puede saber, con harta seguridad, para dónde transitará verdaderamente el régimen. ¿Será por eso que, la más de las veces, los candidatos ocultan a quienes serán los futuros secretarios de Estado?
Unos lo ocultan porque, simplemente, no lo tienen, lo que demuestra un nivel de imprevisión y de improvisación inaceptable. Ya tuvimos uno que, luego de una década de campañas electorales y de decirnos que había una fundación que recogía el ideario de su movimiento, a la hora de asumir el poder carecía hasta de ministro de Economía y, luego, al perder el titular del de Gobierno, nombró a un partidario de un régimen al que decía combatir.
Otros lo esconden porque, teniéndolo, no se quieren exponer a la crítica legítima sobre el pasado y la trayectoria del futuro ministro. También lo hacen para no descubrir el camino que adoptarán. Eso sirve para ir a los debates a ‘endulzar’ la discusión, poder salir con frases ‘geniales’ y cumplir con la máxima electoral: el candidato tiene todas las soluciones, aunque, una vez en el poder, tendrá todas las explicaciones del porqué no se puede cumplir con tales o cuales ofrecimientos.
Para que la campaña no sea solo eso y por el bien de nuestro sistema, ojalá que los candidatos tengan el valor civil de decirnos cuál será su gabinete.