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La Constituyente chilena

Avatar del RAFAEL OYARTE

La izquierda no consideró que había un plebiscito “de salida” con voto obligatorio

Ninguna constitución chilena fue aprobada por asambleas constituyentes. Las llamadas “convenciones” que adoptaron las cartas fundamentales de 1833 y 1925 no eran sino los congresos aprobando los textos elaborados por comisiones de juristas, al igual que la de 1980, que fue aprobada por plebiscito. Ese texto fue sucesivamente modificado, destacándose la reforma consensuada de 1989, también plebiscitada, con la que se retornó a la democracia, y la reforma de 2005, con la que se retiraron las firmas del general Pinochet y de los miembros de la Junta de Gobierno.

La izquierda aprovechó la debilidad de carácter del presidente Piñera para, por la vía de la violencia, someterlo y, entre otras cosas, hacer que acepte la convocatoria de una constituyente para aprobar una nueva constitución que remplazase a “la de Pinochet”. La rendición de Piñera fue acompañada por un desgano ciudadano, toda vez que el voto era voluntario: en el plebiscito “de entrada”, por el que se aprobó la convocatoria a la constituyente con un 79 %, solo participó la mitad del censo electoral. En las elecciones a convencionales la participación popular se desplomó a un 43 %, es decir, el 57 % del electorado no concurrió a las urnas.

La extrema izquierda se llevó la Convención en peso, teniendo los 2/3 que le permitían hacer su voluntad. Ahí sacaron a relucir desde su intolerancia con los símbolos patrios hasta la payasada, y la consecuente inclusión de normas sin ningún consenso, tomando algunas de la Constitución ecuatoriana: pluralismo jurídico, justicia indígena, seguridad social pública, etc.

La izquierda no consideró que había un plebiscito “de salida” con voto obligatorio, con el que la participación se disparó al 87 %. Ahí habló la mayoría silenciosa: un 62 % rechazó el mamotreto. Claro, colaboró Boric y su gobierno de inexpertos. Pese al descalabro electoral insistieron en su intención de acabar con la Constitución de 1980. Nuevas elecciones para otra constituyente, sin plebiscito “de entrada” (la voluntad popular vale cuando les gusta). El resultado: la derecha se lleva 33 de 50 escaños en el consejo constitucional. De ellos, 22 son republicanos (duros) y 11 del ala blanda. La izquierda anticipa que irá por el rechazo, con lo que la Constitución de 1980 permanecería, salvo que sigan en el jugueteo constitucional.