Rafael Oyarte | Volver a la Constitución del 98

¿Se queja de jueces que conceden ‘habeas corpus’? Pues antes lo hacían los alcaldes.
El Ecuador es el país de las soluciones fáciles, que no recuerda que “el vago trabaja el doble”. Con esa misma facilidad se dice: “hay que volver a la Constitución de 1998, con las reformas necesarias”. Es simple hacer esa propuesta sin pensar en sus consecuencias. Sacarse la Constitución de 2008 es el fin y, por tanto, cualquier medio es bueno. Ni nos cuestionamos cómo se deroga la actual Constitución, resucitando la anterior, sin respetar las condiciones para un cambio constitucional, que exige iniciar con un referendo convocatorio de una asamblea constituyente y no a través de la propuesta directa de un texto constitucional. Tampoco nos preguntamos quién hará “las reformas necesarias”, porque la Constitución del 98 tenía un sistema complejo de reforma.
¿Sabe que la Carta del 98 establece que la moneda nacional es el sucre? La resolución del anterior Tribunal Constitucional que cohonestó la dolarización no blinda el uso de la moneda estadounidense. Si en la actualidad se teme una desdolarización, con la anterior la tiene asegurada.
¿Sabe que la forma de elección del presidente y del Congreso es similar a la actual? Con la del 98, con muchos menos votos que la fallida “muerte cruzada” contra Lasso en junio de 2022, se hubiese dado una cesación a mano alzada por incapacidad mental, abandono o lo que sea, pues solo se requería mayoría simple y no había trámite (pregúntele a Mahuad y a Gutiérrez).
¿Y las acciones constitucionales? No había acción de inconstitucionalidad por omisión, ni las de incumplimiento de normas y de sentencias. Tampoco había medio de impugnación constitucional de sentencias. La acción de amparo era más restringida que la de protección. ¿Se queja de jueces que conceden ‘habeas corpus’? Pues antes lo hacían los alcaldes.
Decir que la Constitución de 2008 es “garantista” con los delincuentes, es no saber diferenciar entre la norma y su aplicación, y no haber revisado la de 1998, que inauguró la caducidad y excepcionalidad de la prisión preventiva.
La Carta de 2008 no fue hecha para consolidar un régimen institucional y democrático, sino para consolidar una autocracia, lo que hace que, fuera del autoritarismo, se caiga la estantería. Pero eso no nos puede llamar a ser cómodos y facilistas, y retornar a una Constitución deficiente. Reformas adecuadas, antes que una constituyente, debe ser el camino.