Que las victorias tienen muchos padres y que las derrotas son huérfanas es una máxima que se repite en varios ámbitos de la vida. El electoral no está excluido de aquello: quienes promovieron el “11 veces No” se dicen ganadores, pese a que esa opción solo triunfó en dos opciones: no querían la extradición, ni la justicia constitucional especializada, pero se consuelan con que no hayan pasado el trabajo por horas y el arbitraje internacional. Los que promovían el “todo Sí”, también dicen haber goleado 9-2 a los contrarios, como que un referéndum es algo parecido a un partido de fútbol. Ojalá que no se repita otra máxima: hay quienes no pueden superar una derrota, pero también hay quienes no pueden superar una victoria.

Algo que quedaría claro es que la ciudadanía, cada vez más, vota discriminando lo que se le propone y eso es positivo: las preguntas de referéndum y de plebiscito fueron contestadas como tales y no como apoyo o rechazo al Gobierno. De este modo, unos pensaban que la violación a la embajada mexicana con el fin de capturar al condenado exvicepresidente Glas era un mecanismo para lograr apoyos para la consulta, mientras otros creían que los imprevistos apagones de la semana pasada iban a afectar al régimen. El recuerdo del desastre de Lasso en la consulta del año pasado estaba muy fresco. Al momento de la consulta, Noboa no tenía ya el 75 % que obtuvo el Sí en unas preguntas, ni el 66 % de rechazo que logró el No en otras.

Se dice que no se explicó suficientemente el alcance de las dos preguntas en que ganó el No y en las que hubo tergiversación. El arbitraje internacional, si bien fue excluido en la Constitución de 2008, la denuncia de tratados de inversión que los establecían solo ocurrió una semana antes de que Correa deje el poder en manos de Moreno, por lo que aún cubren los asuntos ocurridos hasta 2017. No es que con el No no habrá que pagar lo que se deba por esos casos. Que con el trabajo por horas se cambiarían los contratos indefinidos por esa modalidad, lo que estaba expresamente prohibido en los anexos y generaba indemnizaciones por despido intempestivo.

Lo bueno: no se tergiversó el tema de la extradición como una expulsión de delincuentes ecuatorianos que han incurrido en delitos en Ecuador, como se lo hizo en la consulta anterior, generando la idea de una solución mágica que, luego, por la decepción, se tornaría en un búmeran contra el proponente.