Rafael Oyarte | Placebo

La defensa nacional es cara, pero no hay nada más costoso que la derrota
Si usted va a Berlín puede visitar los refugios antiaéreos dispuesto por el régimen nazi a inicios de la II Guerra Mundial. Si se fija, verá que no tienen mucha profundidad, por lo que se preguntará si podrían resistir impactos directos. La respuesta es que cuando se construyeron, la Luftwaffe dominaba los cielos y no se preveía un bombardeo, al extremo que su comandante, el mariscal Göring, decía que si se veía un avión inglés en su espacio aéreo se cambiaría el nombre por Meyer. La idea no era proteger a la gente sino darle una mera sensación de seguridad (hay refugios).
El placebo es algo que no es medicamento, pero que aparenta serlo, sugestionando al paciente para hacerle sentir una mejoría. Los políticos han trasladado esa fórmula a sus ciudadanos, como, por ejemplo, el mero aumento de penas en la letra de la ley, dándole la idea de tranquilidad, cuando el problema es que no se captura a los delincuentes y, por tanto, ninguna pena se les puede imponer. Creer que la seguridad nacional se logra con un par de leyes es eso: no es con palabras escritas en la norma que se recupera el dominio territorial y se puede controlar a los enemigos del Estado y de su población. Qué labores de interdicción aérea, control marítimo y dominio territorial pueden hacer nuestro Ejército, Armada y Fuerza Aérea con lo que, mezquina e irresponsablemente les facilitamos. La eliminación de los pequeños cuarteles que tenía nuestro Ejército diseminados en el país y que hacían que se tuviese un interesante control territorial, además del descuido al que sometemos a nuestros institutos armados, fue una de las causas de la situación actual, cosa que se advirtió durante la ‘década ganada’ y que da para mal pensar de esos gobernantes.
Soy partidario de eliminar la torpe e irresponsable prohibición absoluta de bases militares extranjeras, porque no sé si en un futuro las necesitaremos, como en 1942, para nuestra defensa. Pero de ahí a creer que con una base se elimina la delincuencia, es lo mismo que los ingenuos que creyeron la patraña de que con la extradición se deportaría a nuestros delincuentes. Los ecuatorianos tenemos que entender que la seguridad de Ecuador es de nuestra sola responsabilidad y que si creemos que otros lo harán, seremos un Haití, que esperó lo mismo. La defensa nacional es cara, pero no hay nada más costoso que la derrota, en este caso, contra delincuentes e irregulares internos. Si no, pregúntele a Somalia.