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Priscilla Falconí Avellán | Libertades, no laureles

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Que una mujer encarne este reconocimiento reconoce el liderazgo femenino 

El Premio Nobel nace del testamento de Alfred Nobel (1895). Se concede cada año en Física, Química, Fisiología/Medicina, Literatura, Ciencias Económicas y Paz. Nobel (1833-1896), químico e inventor sueco, a quien se le atribuyen más de 300 patentes y la dinamita, dispuso que la mayor parte de su fortuna se invirtiera para financiar premios anuales.

El de la Paz es singular, lo decide un Comité Noruego de cinco miembros designados por el Parlamento. Siguiendo la voluntad de Nobel, premia a quien haya hecho “el mayor o mejor trabajo por la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y la promoción de congresos de paz”. Cada galardón incluye medalla, diploma y un monto cercano a US$ 1,16 millones. No se concedió en 19 ocasiones por guerras o por falta de un candidato adecuado. En total se ha otorgado 106 veces, de las cuales 20 han sido para mujeres.

Este año el Nobel de la Paz lo recibió María Corina Machado, exdiputada y figura central de la oposición venezolana, quien, tras arrasar en las elecciones internas de 2023, fue inhabilitada y perseguida por el régimen de Nicolás Maduro —forzada a la semiclandestinidad bajo riesgo personal—. Aun así, insistió en la transición pacífica hacia la democracia por la vía cívica y electoral, buscando garantías, habilitando candidaturas y articulando apoyos internos y externos para liberar presos políticos y promover la observación internacional. El Comité la reconoce por su “incansable trabajo promoviendo los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y su lucha por una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.

Que una mujer encarne este reconocimiento reconoce el liderazgo femenino y afirma que igualdad de género y democracia son inseparables. Nos invita a participar, organizarnos y exigir reglas claras. En tiempos en que algunos poderosos codician el Nobel como trofeo, este premio recuerda que no se trata de egos, sino de métodos que amplían libertades: urnas creíbles, justicia independiente, prensa sin miedo. Premia coherencia y resultados. Con liderazgo sostenido en principios, la paz deja de ser promesa y se vuelve sistema.