Paul E. Palacios | ¿Allá ellos?

Los vínculos con EE. UU. son tan grandes, que su bienestar y seguridad son sin duda importantes para nuestra estabilidad
El asesinato de Charlie Kirk parecería haber despertado una incógnita enorme en países como el nuestro, no solo por el acto violento en sí, sino por la fractura social que se evidencia en EE.UU. ¿Pero nos debe importar esa fractura a un país como Ecuador? Sin cifras precisas, un estudio del Pew Research Center indica que aproximadamente un millón de personas nacidas en Ecuador o de primera generación de origen ecuatoriano, residen en Estados Unidos. Son casi $5.000 millones en remesas lo que el país recibe. Nuestro comercio exterior suma otros $12.000 millones. Además, sus caras aparecen en nuestra moneda; que por sí misma representa más del 90 % de popularidad en nuestro país. Más allá de las cifras, EE. UU. ha representado siempre para gran parte de nuestro país un referente de democracia, orden y respeto a la ley. Hasta los más combativos “contra el imperio” comparten su foto de sonrisa feliz teniendo de fondo al Capitolio. En una sociedad tan compleja, cuya cohesión interna es lo que le ha permitido enfrentar sus amenazas globales a lo largo del tiempo, una fractura social con extremismos, puede ser no solo peligroso para ese país, sino también para los países que estamos alineados económicamente y también ideológicamente. Y si a alguien le causa escozor esa afirmación, basta revisar las solicitudes de visa americana; así de simple. El discurso extremista, combinado con una burbuja informativa provocada por las redes sociales, está catalizando el uso de la violencia como un instrumento para sustituir el diálogo. ¿Es nuevo esto en Estados Unidos? Podíamos decir que no. Ya varios presidentes murieron a manos de ’chacales solitarios’, pero la diferencia hoy tiene que ver con el enorme poder individual que existe para hacer daño. Esto los llevará, quizá, al terrible dilema de tener una disputa entre libertad y seguridad. De un lado, una sociedad más segura a partir de un modelo autoritario de vigilancia tipo China, o un modelo más libre pero menos seguro. El primero quizá termine con el sueño americano, el segundo, con algunas vidas célebres. Ojalá les vaya bien, para bien de todos.