Columnas

¿Hace la gente lo correcto?

Si esto le pareció irreverente, por favor no lea mis próximas dos columnas porque ‘de gustibus non est disputandum’

Mi columna anterior trató sobre la nutrición infantil y el gran desafío que nos compromete a aplacarla en los próximos cuatro años. Escribía que tener un objetivo menor como sociedad no era compatible con una responsabilidad colectiva inmediata. Quizá para eso, y no me malentiendan los liberales, debemos echar mano de todo nuestro ingenio individual.

Recibí algunos mensajes de personas cercanas, o en redes sociales, respecto de la conveniencia de que el bono de desarrollo humano sea entregado en alimentos, en lugar de dinero efectivo, pues las personas lo malgastaban. Inmediatamente vino a mi mente un capítulo de un libro de Abhijit Banerjee, que al leerlo me pareció contraintuitivo, pero al elevar un poco la mirada, sus letras tenían sentido. Banerjee sostiene que estamos tentados a rechazar habitualmente el actuar de la gente pobre en sus decisiones sobre dinero, especialmente porque quienes no lo somos actuamos diferente. Total, si tenemos más medios, será porque hacemos mejor las cosas. Entonces recordé algo de mis charlas con la gente del campo, particularmente con madres campesinas que recibían el bono de la solidaridad. Es un dato incontrovertible que hay una vinculación directa entre dicha entrega de recursos y el nivel de escolaridad infantil. ¿Por qué si desde el punto de vista liberal la decisión sobre la compra o venta en el mercado es un acto que optimiza el bienestar de quien decide, para el caso de los pobres no es así? Es un poco pretencioso, por ejemplo, criticar a una familia pobre el disponer de un televisor, teniendo a un hijo malnutrido, cuando puede ser la decisión correcta para retenerlo en casa y desestimularlo a que se mezcle con una calle llena de jóvenes con droga.

Lo que quiero remarcar es que mirar las cosas desde la óptica simple de cómo las hacemos, y al haber llegado más lejos económicamente, pensamos tener el derecho de creerlas correctas, lo que puede no ser apropiado para entenderlas fuera de nuestra burbuja.

Si esto le pareció irreverente, por favor no lea mis próximas dos columnas porque ‘de gustibus non est disputandum’.