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La alfombra

Avatar del Paúl Palacios

Ha llegado tan bajo la CTE, que sus autoridades no desean que sus agentes se acerquen a los ciudadanos a quienes por ley deben servir.

Hace pocos días la prensa recogió una disposición de las autoridades de la Comisión de Tránsito del Ecuador que indicaba que ‘para evitar actos de corrupción los agentes solo podrán parar la circulación de un vehículo cuando su conductor haya cometido alguna infracción de tránsito’. El justificativo de esta decisión es que hacerlo de forma diferente expone al conductor a actos de inmoralidad por parte de los agentes. Esto, que parece una broma, es inaudito. Es decir, un cuerpo paramilitar, dedicado al servicio a la comunidad, que debe cuidar precisamente de la seguridad de la ciudadanía en temas viales, está tan podrido que sus autoridades desean que sus integrantes tengan el menor contacto con la ciudadanía.

Es un acto de decencia aceptar que esa organización está podrida, pero esa medida no resuelve lo esencial: la corrupción. ¿No son acaso los mismos agentes los que acudirán en caso de accidentes a elevar un parte de los hechos? ¿Acaso no son los mismos agentes quienes podrían inventarse que a su juicio un conductor cometió una infracción? ¿No son los mismos agentes a quienes un conductor debería acudir en busca de ayuda en una situación de emergencia?

El ciudadano común siente temor e intimidación cuando un uniformado de estos se le acerca, eso es una realidad, pero no realizar un cambio profundo es levantar la alfombra y meter la basura debajo.

La percepción pública de “ubicaciones”, “cuotas diarias” o “contribución piramidal”, como días atrás lo expresaba un exministro de Estado, no es algo que se elimina con hacer que los agentes no se acerquen a los ciudadanos.

Los contribuyentes de este país están pagando millones de dólares que pueden ir a educación, salud o represión del delito, para sostener entidades que desbordan pus. Es la obligación de las autoridades presentar un plan integral, creíble y que tenga el respaldo de la justicia ordinaria para encauzar a los delincuentes que ahí medran, y no desmoralizar a los honestos que debe haber, porque siempre los hay también. De lo contrario, verlos de “lejitos nomás” es una medida primitiva que no soluciona nada.