Paúl E. Palacios | Abeja o avispa

Al liderar un grupo cualquiera, no hay una personalidad ideal pero el rasgo del líder definirá el comportamiento de la tropa
Advierto que la columna de hoy no pretende ser un tratado de entomología. Hace pocos días leía sobre el comportamiento de dos socios, en partes iguales, de una multinacional europea que experimentan un ambiente de tensión en el manejo de una enorme compañía. Ambos son primos, hijos de hermanos, y son el reflejo de sus padres, quienes fueron los fundadores de la empresa.
Por un lado, Patrick quien tiene la función de gerente general, es el motor de la compañía. Enfocado en construir equipos colaborativos con los empleados, sinergias con proveedores y otras partes relacionadas, ha logrado un gran ambiente de trabajo y una imagen respetada de la empresa. Siendo la empresa más grande del sector, está en el primer tercio superior de rentabilidad, pero no es la más rentable.
El otro primo, Erick, tiene una personalidad diferente, a semejanza de su padre. Se desempeña como presidente del directorio, muy enfocado en los costos y su reducción, estricto con las inversiones, no tiene relaciones con el personal, y es la persona a quien se acude para lidiar con problemas que se presentan con entidades externas. No duda en llevar a un juicio o a un arbitraje a una contraparte, si con ello vence en las diferencias.
Sus comportamientos se asemejan mucho al de los insectos descritos en el título. Patrick tiene un enfoque colaborativo, perdiéndose o invisibilizándose en aras del equipo y dispuesto a morir por la causa. Erick es mucho más enfocado en resultados; ha estado dispuesto a matar (figuradamente) en cualquier momento por los objetivos y los números contables.
Sus padres forjaron el negocio, cerraban la puerta hasta ponerse de acuerdo cuando surgía un problema, y sus personalidades fueron necesarias en los diversos momentos por los que atravesó la empresa. En el caso de los primos, ya con sus propias familias, empezaron a surgir diferencias en la conducción del negocio que hoy provocan tensiones.
No es importante la empresa como tal, allá verán los alemanes qué hacen con sus diferencias, sino preguntarnos: ¿cómo creamos valor nosotros? ¿Usted es abeja o avispa?