Premium

Paúl Palacios: Interpretar la realidad (II)

Avatar del Paúl Palacios

¿Acaso la educación que recibimos en el país nos está desarrollando la capacidad para entender la realidad?

Expresaba en la columna del martes pasado que la esencia del salto evolutivo hacia el ‘sapiens’ fue el concepto de interpretación de la realidad. Ese hecho, el entender objetivamente el entorno, la relación del ser o la sociedad con ese entorno, las fortalezas de las que se dispone y la consciencia sobre las debilidades, hacen de unas personas y unos grupos, diferentes y prósperos frente a otros.

Ese sentido de peligro o de oportunidades, más allá de la acumulación de memoria histórica que por genética llevamos impregnada en el hipocampo, es lo que nos mueve en una dirección u otra. Es aquí donde el ecuatoriano común tiene un problema, y ese problema se magnifica cuando se trata de un tema sociológico.

Sospecho que los ecuatorianos no tenemos una clara capacidad para interpretar la realidad, y esta falta de conciencia nos conduce a tomar decisiones emocionales y no racionales.

Nos pueden presentar con evidencia incontrastable la presencia del demonio (léase políticos moralmente degenerados), y seguimos adorándolo cada día.

Nos puede el entorno una y otra vez mostrar los problemas esenciales para construir una sociedad más próspera, a partir de décadas y décadas de evidencia sobre qué es lo mejor para lograr un modelo económico más eficiente, y votamos por la ‘tecnocumbiera’ que mejor mueva la cadera.

Nos pueden hacer ver una y otra vez que vamos camino al despeñadero previsional, y preferimos creer que la interpretación correcta de Mateo 6:26 es que vendrá el Mesías y nos resolverá la jubilación.

El ecuatoriano común, cuando vive en Ecuador, no tiene capacidad como un agregado social para entender lo que está pasando en lo político, económico o cómo lo afectará la realidad. Sin embargo, sufre un proceso evolutivo violento, pues cuando llega a migración en EE. UU. o Europa, de pronto recupera 250.000 años perdidos y desde el día siguiente empieza a interpretar un mundo diferente al que tiene que doblegar. No solo lidia con él, por lo general lo vence.

Si no lo educamos, y pronto, el ciudadano común seguirá siendo un esclavo simplemente entrenado a través de emociones.