Columnas

Una vergonzosa condecoración

Pero esa nación es la única de mayoritaria población indígena. Y por más que lo retrase, se acerca el día en que hable el lenguaje de las urnas.

Cuando triunfó la revolución cubana, a fines de 1959, quien fuera en Sierra Maestra el Comandante Guevara, médico de profesión, fue responsable de Finanzas por un par de años y luego ministro por otros cuatro años en el gobierno de la Revolución Cubana.

La única revolución triunfante en el mundo que se ha mantenido y mantiene en el poder sin claudicar a sus principios, pese al brutal embargo comercial impuesto por los Estados Unidos, ahora aún con mayor crudeza bajo el régimen de Donald Trump, luego de que a finales del periodo del presidente anterior, Barack Obama, se estaban restableciendo las embajadas entre los dos países, la gran isla de Cuba en el mar caribe y el territorio continental de la potencia estadounidense.

Pero Ernesto ‘Che’ Guevara fue sobre todo un idealista de la libertad y, como tal, sabía que esa lucha duraría más que su propia vida, y así debió decírselo a Fidel Castro, el líder máximo de la revolución cubana, y este no tuvo más que aceptar que con un pequeñísimo grupo de hombres que pensaban y sentían como él, bajo su mando, se marchara en 1966 para tratar de establecer una cabeza de puente revolucionaria en la sufrida y atrasadísima Bolivia, y fue en esa inhóspita tierra donde al fin combatió como guerrillero, hasta caer gravemente herido por el ejército boliviano bajo instrucciones directas de Estados Unidos, el 8 de octubre de 1967, siendo rematado al día siguiente.

El Che Guevara fue por décadas el símbolo más universal del combatiente por la libertad del pueblo, donde quiera que esa lucha debiera darse o se diera.

Sin embargo, la reaccionaria presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, a contrapelo de ese sentimiento universal, homenajeó el pasado viernes 9 de octubre en Santa Cruz a los Beneméritos de Ñancahuazú, como denomina a los 37 militares que atraparon y luego dieron muerte al Che Guevara en la aldea boliviana de La Higuera, acción que según ella manifiesta fue una lección dada por Bolivia al mundo en contra de la “dictadura comunista”, pues ninguna dictadura “fascista ni populista” echará raíces en esa nación.

Pero esa nación es la única de mayoritaria población indígena. Y por más que lo retrase, se acerca el día en que hable el lenguaje de las urnas.