Mónica Cassanello | Ritual para los apagones

Cada vez que osamos pensar que no podemos estar peor, un nuevo evento nos sorprende, para mal
La noticia de los apagones no solo es el broche de oro con el que este gobierno que ya se va cierra su deplorable gestión. Significa también una serie de complicaciones y un ritual de previsiones que deberemos realizar para minimizar los riesgos y pérdidas que pueden generarnos.
Resultará imprescindible conocer todos los horarios de cortes de los diversos sectores de la ciudad -¡diferentes en cada uno de ellos!- y de los cantones colindantes para evitar problemas tan burdos como poder salir si el garaje tiene puerta automática, no quedarse atrapado en un ascensor o calcular adecuadamente la anticipación con la que habrá que salir de casa para llegar a tiempo al trabajo por los congestionamientos que se producen por la falta de funcionamiento de los semáforos. Asimismo, no olvidar desconectar todos los electrodomésticos que podrían quemarse cuando restituyan el servicio eléctrico, y por supuesto, comprar un regulador de voltaje para evitar que no se estropeen aquellos que no pueden dejarse apagados, como refrigeradores y congeladores.
En las casas será indispensable hacer un horario para uso de planchas, licuadoras, lavadoras y todo aquello que no funcione con gas. Y en las pymes y emprendimientos que no tengan capacidad de adquirir un generador a combustible, programarse para poder producir en las horas laborables en que no haya cortes de luz. Ni qué decir de los trabajos -presenciales y en línea- que dependen del internet, del que tampoco se dispone si no hay energía.
Pero los racionamientos no solo implican el entorpecimiento de toda la actividad productiva, sino que serán un elemento más a tomar en cuenta en el tema de la seguridad. Las puertas y los cercos eléctricos, las plumas de ingreso a las urbanizaciones y los sistemas de identificación no funcionarán durante las horas de los cortes, por lo que tendremos que tomar más precauciones. Es de esperar que por lo menos por las noches sí tengamos luz para no facilitarles las cosas a los delincuentes.
Cada vez que osamos pensar que no podemos estar peor, un nuevo evento nos sorprende, para mal. El Ecuador necesita un cambio radical de leyes, de fuentes de energía, de valores... El nuevo presidente debe ejercer un liderazgo contundente que nos motive a iniciarlo ya.