Columnas

La vacuna

Apliquemos acciones y modelos diferentes a los que nos tienen en crisis...

Desde antes de la pandemia, la economía ecuatoriana venía en terapia intensiva, y con esta cayó en coma por la corrupción galopante, por el endeudamiento agresivo, la burocracia obesa, por la falta de pantalones de un gobierno que cede a la mínima presión y por la tozudez de sectores sociales con ideologías incendiarias de la primera mitad del siglo pasado, mezcla de socialismo anarquista, que boicotean el desarrollo político-económico del país con paros, cierre de carreteras, destrozos a la propiedad pública y privada, sin sanción alguna, porque al parecer están sobre la ley. Ello hace imprescindible tomar ciertas acciones, tales como: aplicar la ley enérgicamente, tanto para el de cuello blanco, como para el de poncho, para que no existan ciudadanos de primera y de segunda; modificar la legislación para que el IVA que le corresponde a los GAD municipales sea retenido por estos y el saldo enviado al gobierno central, así cada cantón será responsable directo del desarrollo económico y social de sus habitantes; realizar acciones reales para la recuperación de lo robado por los corruptos, ya que el encarcelamiento de estos, sin restitución de los fondos robados, no soluciona los problemas económicos del país; y, seguir pidiendo a la ciudadanía contribuciones vía decreto, suena a “mendigo con escopeta”.

Una de las lecciones que nos deja la pandemia es que o asumimos riesgos probando vacunas experimentales esperando salvar la vida, o morimos sin esperanza. ¿Por qué no aplicar dicho principio en lo político y económico, con modelos flexibles, aligerando la rigidez laboral, fiscal, simplificando los procesos y abriéndonos a tratados comerciales internacionales dinámicos? Esa podría ser la vacuna que salve la vida al Ecuador y sus ciudadanos, porque si hay responsables de la “pandemia económica”, esos son los nombrados en las primeras líneas de este artículo.

Apliquemos acciones y modelos diferentes a los que nos tienen en crisis; dicho cambio podría ser la vacuna que permita salir del déficit económico, político y social que tiene agónica a la economía de los ecuatorianos.