¡Pidan permiso, carajo!
A quienes consideremos ajenos a nuestro territorio ancestral tenemos derecho a exigirles pedir autorización para venir a Guayaquil.
Nos encontramos ‘at portas’ de concluir el 2019 con los corruptos aún en el poder, protegiendo a su gremio. Ejemplo de aquello, los tres consejeros de mayoría del CNE declarando que AP de Rafael Correa no cometió ninguna infracción electoral en sus cuentas de campaña del 2013, transformando el caso Arroz verde en “cena navideña solidaria” para sus coidearios. Otro ejemplo es la liberación de la prefecta Pabón y de V. Hernández.
También resultan indignantes la declaración de la comisión multipartidista que investigó los hechos de octubre, de que el vandalismo, intentona de golpe de Estado, atentado contra la red de agua en Ambato, cierre de las llaves del oleoducto, secuestro de policías y militares, pese a las imágenes de TV, carecen de responsables y “responden al descontento por tres años de desaciertos en la política económica del presidente Moreno”. Bajo tal criterio, la reedición de “la hoguera Bárbara” contra Correa y su pandilla estaría plenamente justificada, ya que respondería a la indignación por la corrupción durante su gobierno.
Arrancaremos el 2020 y con él la campaña preelectoral llena de críticas, las protestas callejeras, las promesas vanas, el desempleo, el estancamiento económico, y bajo las amenazas del movimiento indígena de extender su protesta y tomarse Guayaquil.
Según algunos dirigentes indígenas tienen el derecho constitucional (art. 57) a exigir a extraños a su comunidad, autorización para el ingreso a sus territorios ancestrales, amparados en sus derechos colectivos.
Bajo tal premisa, apelando al principio constitucional de igualdad, reconociéndonos históricamente como huancavilcas, como tales podemos exigir a miembros de otras comunidades similar respeto a nuestros derechos colectivos constitucionales. Por tanto, a quienes consideremos ajenos a nuestro territorio ancestral y atentatorios a nuestras costumbres, tenemos similar derecho a exigirles pedir autorización para venir a Guayaquil y al territorio huancavilca. Ahora bien, si los indígenas de otras comunidades pretenden venir a armar barullo, les requerimos que ¡nos pidan primero permiso, carajo!