Columnas

Prioridad inminente

'La creación de políticas que generen empleo y atraigan la inversión deben dejar de ser una aspiración y convertirse en prioridad inminente'.

La economía de todo país se sustenta en un trípode compuesto por la seguridad jurídica, política y económica. La seguridad jurídica no solo respecto a la probidad de los jueces, la cual aún se encuentra ideologizada; sino también en lo referente al respeto de los tratados y convenios celebrados por nacionales y extranjeros en los campos de la inversión y negocios internacionales.

La seguridad política, tambaleante tras los acontecimientos golpistas del 3 al 12 de octubre del año pasado, y por los desafueros de la Defensoría del Pueblo y del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, organismos que aupados por la ideología socialista, condecoran y homenajean a quienes deben estar en la cárcel y no galardonados, ni dando declaraciones a la prensa.

En cuanto a la estabilidad económica, esta arroja arroja un diagnóstico negativo debido a la falta de condiciones favorables para la inversión nacional y extranjera por las políticas fiscalistas, secuelas del fascismo nacionalista que nos gobernó 10 años y cuyos rezagos aún sufrimos. A ello se suma la falta de verdaderas políticas laborales que se adecúen a la realidad del primer cuarto del siglo XXI, no solo en cuanto a metodologías contractuales, considerando para estas la prestación de los servicios intelectuales, técnicos y/o profesionales como tales, la independencia que genera la utilización de herramientas tecnológicas que volvieron caduca la exclusividad. Decadente quedó también la fijación de la remuneración basada en criterios de conveniencia política, en lugar de criterios técnicos de indicadores de productividad y rendimiento efectivo del trabajo.

La inversión genera empleo, este inyecta dinero al IESS y se dinamiza la economía, generando el círculo virtuoso ideal para que nos saque de la crisis actual. Pero bajo las condiciones presentes estamos sumergidos en el desempleo y en una fragilidad económica que disparó el riesgo país, ubicándonos en penúltimo puesto, después de Venezuela.

La creación de políticas que generen empleo y atraigan la inversión deben dejar de ser una aspiración y convertirse en prioridad inminente.