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Modesto Gerardo Apolo | Sambo, caos vehicular por explotar

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La congestión no nace solo del aumento vehicular, sino de una red mal gestionada

En los últimos años Samborondón ha experimentado un crecimiento urbano acelerado que ha saturado la Ave. León Febres-Cordero, convirtiéndola en una de las vías más congestionadas del país. La falta de planificación coordinada entre la CTE y el Municipio ha generado operativos que lejos de mejorar la movilidad, provocan embotellamientos, malestar ciudadano y sospechas de corrupción. A esto se suman motocicletas de reparto sin control efectivo, estacionamiento indebido, que interrumpe el ingreso y/o salida de las urbanizaciones, generando peligro de accidentes.

El problema vial de Samborondón no es un hecho aislado ni estacional: es la evidencia de un sistema de tránsito desarticulado, débil y vulnerable a prácticas discrecionales. Sin coordinación técnica, sin controles modernos y sin una política anticorrupción efectiva, cualquier operativo genera más daño que beneficio y la percepción ciudadana de ser ‘vacunados’ por ciertos uniformados, buscando el ‘aguinaldo navideño’, preocupados más de detectar a algún conductor con el celular en la mano.

Samborondón vive atrapado en su propio crecimiento. La Ave. León Febres-Cordero, eje vital del cantón, se ha convertido en un corredor colapsado que expone un sistema de tránsito fracturado. La intervención de la CTE, del 5 de este mes es el síntoma de una institucionalidad débil, reactiva y vulnerable a prácticas discrecionales que alimentan la desconfianza ciudadana.

La congestión no nace solo del aumento vehicular, sino de una red mal gestionada: motocicletas sin control efectivo, giros prohibidos tolerados, estacionamiento indebido normalizado. La autoridad de tránsito -nacional o municipal- opera más como fuerza recaudadora que como gestora de movilidad. Los ciudadanos lo perciben: cada operativo parece hecho para sancionar, no para ordenar. Y cuando las acciones generan más caos que soluciones, el reclamo es inevitable.

Samborondón necesita una reforma profunda, no parches. La solución sería transformar técnica y radicalmente el modelo actual o sustituirlo por una entidad local eficiente, responsable y libre de corrupción.