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Mitos y realidades

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La izquierda populista suele sembrar en el pueblo económicamente deprimido el mito del socialismo como herramienta para redistribución de la riqueza y erradicación de la pobreza.

A la historia imaginaria que desfigura las verdaderas cualidades de una persona, otorgándole más valor del que en realidad tiene se denomina mito.

La izquierda populista suele sembrar en el pueblo económicamente deprimido el mito del socialismo como herramienta para redistribución de la riqueza y erradicación de  la pobreza, mitificando además que el éxito y la fortuna siempre son mal habidos, pero justificando la fortuna de burócratas corruptos, aquellos “Robin Hood o  Alí Baba y su pupilo Rafael”, con partido político propio o alquilado.

Hace poco escuchábamos a Yaku Pérez manifestar que solo hay tres maneras de hacerse rico: “heredando, sacándose la lotería o robando”; desconociendo la historia de empresarios exitosos como don Luis Noboa Naranjo, que de niño migró de Ambato a Guayaquil en busca de oportunidades, vendiendo lotería, periódicos, etc. Levantó un imperio bananero y naviero, creó empresas y trabajo para miles de ecuatorianos; o don Eduardo Nicanor Cucalón Lasso, próspero empresario cacaotero, propietario de la Bola de Oro; referentes de que con el trabajo pujante se vence la adversidad y se construye honradamente la riqueza.  

La realidad señor Pérez es que Guayaquil y su gente crecieron luchando contra los incendios, pandemias, gobernantes farsantes, ineptos y déspotas rateros. El trabajo arduo por iniciativa propia es parte del ADN del guayaquileño y de Guayaquil, como tierra de oportunidades, de crecimiento y éxito para el trabajador esforzado y no para el paniaguado fracasado, que salvo honrosas excepciones, necesita ser burócrata para enriquecerse con los dineros depositados en las arcas del Estado. Así es el guayaquileño nacido, adoptado y adaptado; aquel que se parte el hombro para alcanzar el éxito y para quien las políticas de la burocracia izquierdista son el dogal que le impide seguir progresando.

Olvídese de los mitos izquierdistas, mire, admire e imite a quienes con trabajo denodado lograron honradamente hacer realidad sus sueños de prosperidad y fortuna.

El Ecuador necesita ser dirigido por líderes exitosos, no por mediocres mentirosos.