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Mandatario o estadista

Avatar del Modesto Apolo

El triunfo de Pedro Castillo en Perú traerá con seguridad al Ecuador una segunda oleada migratoria peruana, la cual suele llevarse a cabo en dos fases: a) la de inversionistas, y/o altos ejecutivos en busca de oportunidades de inversión para precautelar sus capitales en peligro de ser incautados; y b) la de los decepcionados, aquellos que votaron por Castillo, ven sus condiciones de vida deterioradas a la máxima expresión, por lo que buscan un lugar con moneda dura (el dólar), donde puedan “trabajar aunque sea precariamente y/ o mendigar”, total cualquier monto en dólares es bueno frente a una moneda devaluada y una economía pulverizada.

La solidaridad ecuatoriana es reconocida a nivel mundial, pero las condiciones económicas del país no son las mejores, ya que el índice de desempleo es alto para nuestros nacionales y agravado por la migración venezolana. Una nueva migración peruana es probable, hecho que debe ser tomado en cuenta por el gobierno del presidente Guillermo Lasso para generar cambios en la política laboral, fiscal y económica, de suerte tal que permita ser competitivos a los productos ecuatorianos para que sea realidad aquello de más Ecuador en el mundo y más mundo en el Ecuador.

Los retos son grandes, el manejo económico que requiere de medidas de ajuste, de seguro generará reacciones en los sectores sindicalistas y transportistas; el manejo inteligente de lo social, para contrapesar cualquier descontento que se pudiera generar por la toma de medidas duras, pero necesarias para solucionar problemas generados por la irresponsabilidad y corrupción de anteriores gobiernos. Otro de los retos importantes es tratar de afianzar el poder, logrando estabilidad política, a sabiendas de que hay muchos sectores, entre ellos el de la Conaie, que pretenden hacer el juego de la silla del poder, con la finalidad de, eliminando a la mayoría, ser ellos los que se queden en la silla.

Justamente, el manejo bajo tales circunstancias desvela la esencia de un gobernante, ya sea como un simple gobernante o como un estadista empoderado de su calidad de mandatario.

El tiempo lo dirá.