Columnas

El jinete y el elefante

"La actitud de la ciudadanía frente a la pandemia se ha tornado laxa, relajada"

A punto de finalizar el año 2020, nos encontramos en una nueva etapa de restricción y confinamiento; es que no solo se trata de que la COVID-19 haya mutado, sino de que la actitud de la ciudadanía frente a la pandemia se ha tornado laxa, relajada. La memoria cortoplacista, la indisciplina social y el impulso irracional por la diversión han triunfado sobre la razón y la prevención.

Los muertos en las calles, las salas de UCI abarrotadas, los contenedores refrigerados llenos de cadáveres, hechos estos que llenaban titulares en las noticias durante el primer trimestre del año que fenece, parece que fuesen parte de una historia de terror ajena. Bahías y almacenes a reventar, festejos callejeros, discotecas y chongos clandestinos. La insubordinación ha sido la tónica de los últimos meses de un año lo más cercano a lo que podríamos denominar apocalíptico; sin embargo, pareciera haber sido olvidado. Igual sucede en la política electoral, donde en el Ecuador la corrupción política, económica y social han resultado pandémicas, gracias a electores irresponsables, con una suerte de síndrome de codependencia, por el cual se siguen inclinando estúpidamente por la misma tendencia de cuentos, corrupción, inseguridad y miseria.

Lo manifestado me recuerda a la fábula de El jinete y el elefante, donde el cerebro emocional, instintivo e inmediatista del elefante reacciona más rápido que el cerebro racional, analítico, metódico y disciplinado del jinete. La típica lucha de la fuerza bruta vs. el intelecto, de la pasión vs. la razón. Por eso el jinete debe tener metas claras a mediano y largo plazo, el método a utilizar para crear hábitos que vayan domando al elefante a través de la disciplina, logrando por tanto un cambio exitoso, tal como lo manifiesta la cultura japonesa con su máxima “la disciplina vence a la inteligencia”.

Entonces, para vencer al ”elefante” de la política corrupta y la pandemia desenfrenada, hay que primero que, de manera urgente, disciplinar al pueblo irresponsable, para lograr que el elefante disciplinado, pese a su fuerza bruta, sea dirigido de manera eficiente por el jinete.