Estados Unidos acaba de cambiar gobierno en medio de un remezón a su democracia, la solidez de sus instituciones fue puesta a prueba. La toma violenta del Capitolio, símbolo de su democracia representativa, ícono de su sistema republicano, sacudió los fundamentos del régimen de Derecho, sus tradiciones históricas, el legado dejado por los ilustres próceres de su independencia. El hecho tuvo impacto universal al ser su democracia un referente para el mundo occidental.

Sin entrar al análisis de la forma de gobernar del expresidente D. Trump, con algo de populismo latinoamericano, radicalizó posiciones políticas a favor y en contra, como lo reflejaron los resultados electorales. El hecho real es que se afectó la institucionalidad por la renuencia del exmandatario a reconocer su derrota, agrietando uno de los pilares de una democracia, como es el sufragio. No se discute su derecho de impugnar y pedir revisión, pero no tenía ningún derecho a desafiar resoluciones de organismos judiciales, electorales o legislativos de varios estados, que emitieron pronunciamientos apegados al ordenamiento legal vigente; desconocer aquello atenta contra el ordenamiento jurídico y eso debilita la democracia.

El nuevo presidente J. Biden anunció en su discurso de posesión su deseo de restaurar la unidad nacional, no es tarea fácil, hay un marcado crispamiento social, rebrotes racistas recientes provocados por la muerte de un afrodescendiente en manos de la policía y su secuela de manifestaciones vandálicas todavía palpitan en la mente y sentimiento del pueblo de ese país, cuyas heridas tardarán en restañarse.

La composición poblacional de los Estados Unidos ha cambiado, hay un crecimiento de migrantes de todos los países del mundo, especialmente latinos, los cuales constituyen un porcentaje significativo del total de sus habitantes. La actual vicepresidenta es justamente descendiente de latinos jamaiquinos y asiáticos hindúes. La pandemia influyó en la elección, el exmandatario no la dimensionó oportunamente, buscó politizar el tema y no lo confió a expertos epidemiólogos, como correspondía.