Paternalismo de Estado, diálogo, dialogismo

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El Ecuador necesita unir esfuerzos para defender su democracia, más ética y seguridad jurídica, apoyar la actividad productiva, visión y patriotismo...

En esta segunda vuelta los candidatos han optado por realizar ofertas buscando complacer al elector, decir lo que conviene y no lo que se debe decir. Lo preocupante es que los ofrecimientos no se cumplan y provoquen un nuevo desengaño ciudadano. La realidad es que el país está sobreendeudado, con alto déficit fiscal, con ingresos que apenas permiten pagar sueldos; los hospitales públicos carecen de medicamentos e insumos, no hay dinero para mantener carreteras, los aportes estatales al IESS están atrasados, pero se sigue apostando por un Estado dadivoso que acostumbró al habitante a creer que papá gobierno solucionará sus problemas.

Lo cierto es que el futuro del Ecuador es incierto. Existe una polarizada confrontación política, desigualdad económica, crecimiento de la pobreza, merma de garantías por excesivas regulaciones administrativas, las políticas educativas deben cambiar 180 grados, hay que restaurar valores, cultivar en el educando una conducta que lo forme para asumir responsabilidades y no solo para reclamar derechos, pues así se le enseña a reducir su futuro al aprendizaje de pedir, pero no a contribuir construir una mejor sociedad.

El diálogo es esencial en una democracia, pero al parecer lo que existe es dialogismo (simulaciones para escucharse uno mismo). A través del diálogo se deben buscar coincidencias que privilegien el interés común, de lo contrario se caerá en la inercia del actual gobierno que se autocalificó como de diálogo y el país anda al garete.

Dialogar no es tarea sencilla, requiere amplios conocimientos, comprensión de las razones de otros, sus intereses o motivaciones, el entorno en que plantean sus demandas, los objetivos que persiguen. Aquello obliga al convocante a poseer principios e ideales sólidos, a tener una hoja de ruta definida, capacidad de persuasión; de lo contrario se repetirán reuniones sin destino en que se habla mucho y no se concreta nada.

El Ecuador necesita unir esfuerzos para defender su democracia, más ética y seguridad jurídica, apoyar la actividad productiva, visión y patriotismo que generen estabilidad, orden, seguridad y un mínimo de bienestar social.