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Generación evasiva

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Esa verdad hace que los jóvenes perciban que no se les ofrece oportunidades para realizarse, privilegian evasivamente su proyecto personal de vida

Se conjetura mucho sobre la actitud de la juventud y su poca preocupación por los problemas políticos y sociales del país, de la humanidad. Se la percibe como indolente ante la situación existente. Ese comportamiento difiere diametralmente del que tuvo la juventud del siglo XX, formada al calor de la pugna ideológica por la hegemonía del poder mundial entre las superpotencias del este y oeste, la URSS y EE. UU.

Simón Bolívar afirmaba en el siglo XIX que los pueblos sienten enorme decepción de quienes los gobiernan. Esa verdad hace que los jóvenes perciban que no se les ofrece oportunidades para realizarse, privilegian evasivamente su proyecto personal de vida, dedican su tiempo, esfuerzos e ideas a construir su futuro profesional, influenciados por un consumismo que los impulsa a tratar de lograr ingresos que les posibilite satisfacer necesidades o placeres, unos caen en el uso de drogas o los atrapa la delincuencia, en un escenario donde predomina la informática, en cuyas redes sociales intercambian y se nutren de abundante información, sin priorizar una formación en valores; utilizan un lenguaje abreviado, parámetros tecnológicos como algoritmos, el trabajo en plataformas virtuales, y conciben la política como medio de enriquecimiento e impunidad.

Sus desafíos de orden social tienen que ver con el cambio climático, con la igualdad hombre-mujer, con innovaciones de la tecnología, como la inteligencia artificial, y evaden admitir que la actividad política bien entendida es el medio más eficaz para contribuir al bien común.

Esta realidad nos recuerda a la llamada Generación decapitada, nacida a fines del siglo XIX, de inmensos poetas, que ante la falta de sinceridad y honestidad de gobernantes de la época se refugiaron en su poesía, incluso algunos utilizaron alucinógenos, y prefirieron trasmitir su pensamiento, sus ideales, con exigente pureza idiomática, aunque nunca se alejaron de un inmenso humanismo que los hizo alcanzar prestigio internacional. A esa generación pertenecieron Noboa y Caamaño, Arturo Borja, Medardo Ángel Silva, Humberto Fierro, José Falconí Villagómez, José María Egas.