Medardo Mora | Aplausos, Dra. Diana Salazar

Desde su alta y delicada función fue una íntegra e indoblegable representante de la vindicta pública
El país le debe un hondo y leal reconocimiento a la Dra. Diana Salazar al haber dado una lección de dignidad, demostrando que con los principios y valores no se transige, que tuvo la fortaleza de enfrentar una corrupción que ha penetrado amplios sectores sociales, que un servidor público debe priorizar servir al país y no intereses personales. Se retira del cargo de fiscal general del Estado satisfecha “del deber cumplido”, como lo expresa en su dimisión, sabiendo que no se ha defraudado, ni mucho menos a los ecuatorianos.
Desde su alta y delicada función fue una íntegra e indoblegable representante de la vindicta pública. Asumió la posición de ser la voz honrada de la sociedad ante quienes cometen delitos que afectan el patrimonio del país y el bienestar de la población o violan las leyes alterando su paz y tranquilidad. Para esos propósitos atacó frontalmente la corrupción y su aliado, la impunidad.
Su tarea le ha hecho sentir al país lo que ha venido siendo un anhelo ciudadano, “un baño de verdad”, y lo hizo poniendo en evidencia las redes de corrupción tejidas en la administración pública, la administración de justicia, organismos de control, el fútbol. Ahí quedan de legados los casos FIFA-Gate, Sobornos, Las Torres. Metástasis, Purga, Encuentro, Reconstrucción de Manabí, identificando la forma y actores que perjudican los intereses nacionales y benefician a unos pocos delincuentes de cuello blanco, enriquecidos ilícitamente.
No es fácil enfrentar al crimen organizado, la ex fiscal general sacrificó su tranquilidad personal y familiar, lo ha hecho con entereza. En un ambiente moralmente descompuesto, siempre antepuso su lucha por la justicia, sabía que sin justicia no hay libertad ni igualdad ante la ley, pilares fundamentales para la subsistencia de un Estado de derecho.
Por su ejemplar labor, mis aplausos, que recogen el pensamiento de la mayoría de ecuatorianos de bien, que se suman a los merecidos reconocimientos internacionales. Es obvio que quienes han sido señalados en sus dictámenes acusatorios se sientan afectados; pudo cometer errores, es humana.