Martín Pallares: Tratado sobre el cinismo escrito a cuatro manos

Borja pasándose de listo no fue capaz de asumir la responsabilidad sobre sus actos
Sobre cómo burlarse de la honestidad intelectual y querer salir ileso del intento, debería llamarse un tratado escrito por Aquiles Álvarez y Diego Borja. El primero como alcalde de Guayaquil y el segundo como aspirante a vicepresidente en la segunda vuelta electoral, quisieron pasarse de listos, la semana que hoy acaba, para escapar impunemente de su obligación ética de asumir la responsabilidad sobre sus actos. Esto, además, haciéndose los chistositos y asumiendo, cada uno por su lado, que la opinión pública está hecha por estúpidos.
Lo de Álvarez fue así: apareció en una entrevista negando que haya hecho un acróstico con el que estafó el cumplimiento de un fallo del Tribunal Contencioso Electoral que le condenó a pedir disculpas públicas a la asambleísta Lucía Jaramillo por decirle niña vaga. “Yo no hice un acróstico, yo pedí disculpas”, dijo dibujando una sonrisa burlona de chico listo y gracioso. Álvarez incluyó el mismo calificativo de “niña vaga” en un acróstico introducido ingeniosamente en el texto de sus supuestas disculpas, burlándose así del fallo de ese tribunal. Independientemente de que el fallo pueda ser cuestionable, Álvarez como alcalde de Guayaquil debía acatarlo formalmente y no con un acto de grosera viveza criolla. Álvarez no es capaz de asumir su cargo de alcalde de Guayaquil y sigue actuando como el bully grandulón del aula o el aspirante a jefe de pandilla juvenil.
Lo de Diego Borja fue parecido, con el atenuante de que no es funcionario público, pero con el agravante de que pretende ser vicepresidente. Borja pasándose de listo no fue capaz de asumir la responsabilidad sobre sus actos y salió en redes sociales mostrando una tesis universitaria de los años 80 del siglo pasado para negar lo innegable: que había publicado a inicios de la dolarización un artículo sobre cómo desdolarizar la economía. Obviamente que en los años 80 del siglo pasado aún ni se soñaba con dolarizar el país y era imposible que su tesis de entonces hubiera sido sobre ese tema. Pero Borja, en lugar de mostrar una pizca de honestidad intelectual y reconocer que hace 25 escribió un artículo sobre cómo desdolarizar el país, quiso estafar a la opinión pública. Lo más grave de todo esto es que ambos actuaron como si no hubiera ninguna consecuencia en fallarle a la fe pública.