Martin Pallares | ¿Estrategia electoral o alcahuetería con el narco?

...sería mucho más útil para el país que Cabezas invierta su tiempo y su sueldo en investigar
Es difícil saber si mienten como parte de una estrategia electoral o si le hacen el juego al crimen organizado, aunque sea involuntariamente. Y es que no hay que descartar otros fenómenos culturales que expliquen la sociopatía de aquellos que dicen que los que hablan sobre la necesidad de estudiar los efectos del narcotráfico en las preferencias electorales están afirmando que los votantes son narcotraficantes. La asambleísta Paola Cabezas, por ejemplo, en lugar de tratar de entender las lógicas del crimen y buscar soluciones desde su condición de parlamentaria, invierte su tiempo en redactar denuncias en las que abiertamente criminaliza la opinión. Todo porque este periodista sostuvo que hay que pensar, más allá de los tabúes, en incorporar la variable de la geografía del narcotráfico en las lecturas electorales. En lugar de criminalizar la opinión, lo que configura una peligrosa conducta de autoritarismo, sería mucho más útil para el país que Cabezas invierta su tiempo y su sueldo en investigar las circunstancias sociales en las que viven las poblaciones donde mayor éxito tiene el narcotráfico.
Patético también fue lo del Concejo de Guayaquil, que declaró persona ‘non grata’ a este periodista por el mismo motivo que lo acusa Cabezas. El alcalde Aquiles Álvarez incluso calificó de “asqueroso” al periodista y aseguró que éste no volvería a poner un pie en Guayaquil. El máximo argumento de Álvarez fue afirmar que el periodista no representa a los guayaquileños. ¿De cuándo acá un periodista tiene que representar a un colectivo?
El Ecuador está lleno de mojigatos que se miran el ombligo y que quieren impedir que el resto observe lo que realmente ocurre. El narcotráfico es el tumor que tiene al país sumido en una espiral de violencia y de crimen y nada ayuda tanto a su fortalecimiento como su invisibilización.
La irresponsabilidad de los políticos consiste en que, por conseguir réditos electorales, están ayudando a que no se cure la enfermedad. Criminalizando la opinión no solo que se lesiona fatalmente la libertad de expresión y los cimientos básicos de cualquier convivencia democrática, sino que dadas las circunstancias en las que vive el país también se ayuda a consolidar el edificio del terror y el crimen.