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9 de mayo, pasado mañana

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No se espera que Putin anuncie un cese al fuego, tampoco se espera que hable de sus bajas en el terreno de batalla. Más bien se anticipa, desde varios análisis internacionales, que el presidente presente una ganancia “tangible” en Ucrania para no ver su popularidad lastimada’.

Pasado mañana, 9 de mayo, se celebrará en Rusia el Día de la Victoria. Este día recuerda a los rusos la victoria soviética sobre la Alemania nazi, donde murieron 27 millones de rusos. A la Segunda Guerra Mundial se la denomina la Gran Guerra Patriótica. La fecha era ocasionalmente recordada en la época soviética y fue rescatada por Boris Yeltsin, pero desde 2008 es un ícono de la narrativa política de Putin.

El Día de la Victoria ha posicionado a Rusia, dentro de su doctrina nacional, como los liberadores de Europa-una inmensa paradoja en el presente-. El desfile militar en la Plaza Roja de Moscú es un despliegue de armamento militar, poder bélico, el control de Putin y todo lo que él representa. En el 2021 participaron 12 mil efectivos en este desfile. Su discurso imperialista ha sido cuidadosamente construido para recoger elementos de poderío ruso y fuerza geopolítica; en este símbolo que es el desfile se tangibiliza la figura piramidal de concentración de poder. Es un día importante para transmitir mensajes y visión.

El desfile de este año tiene en ascuas a Europa, quien observa una Rusia que no se detiene en su ataque a Ucrania. Esta invasión ha producido el mayor éxodo desde la Segunda Guerra Mundial. La ciudad de Mariúpol, punto estratégico para la invasión rusa, fue bombardeada casi por completo, y en estos días veíamos imágenes de civiles que salían de su escondite dentro de túneles subterráneos de un vasto complejo industrial, el de Azovstal. Algunas fuentes hablan de más de 20 kilómetros de pasillos subterráneos, excavados hasta unos 30 metros de profundidad. Allí se atrinchera la resistencia ucraniana y Rusia espera poder anunciar pasado mañana, bien sea la caída de Mariúpol o algo mayor. Los estrategas estiman que es la resistencia ucraniana quien tiene una ventaja táctica dentro de esos túneles, que paradójicamente corresponden a tiempos soviéticos.

No se espera que Putin anuncie un cese al fuego, tampoco se espera que hable de sus bajas en el terreno de batalla. Más bien se anticipa, desde varios análisis internacionales, que el presidente presente una ganancia “tangible” en Ucrania para no ver su popularidad lastimada. La línea del mensaje estaría alrededor de hacer frente a los nazis, siendo que este ha sido su argumento más utilizado para justificar la invasión, mediante el uso paralelo de la fecha 1945/2022. Se espera que participen 10 mil efectivos. El peor de los anuncios sería el de una declaración abierta de guerra.

Es importante tener en cuenta que el mundo entero estará decodificando el mensaje; por un lado el pueblo ruso que lo apoya y que se conecta con la soberbia del poderío bélico y el control geopolítico; el porcentaje de ese pueblo que rechaza la violencia de las acciones tomadas por su presidente; y el mundo internacional que tendrá que reaccionar ante ellos.

Como siempre en política, la identificación de enemigos comunes, la reactivación de símbolos del modelo mental colectivo y la emoción que dé propósito a una existencia frustrada será fundamental para quien emite el mensaje. Putin ha comprobado ser un maestro para conjugar la narrativa imperialista con la operatividad de los soviéticos y sus prácticas. Mientras este ejercicio sucede, en Ucrania millones de personas tienen la vida destruida, otros ya no la tienen y el mundo ve bailar la balanza de poder sorteando el impacto de lo que allí acontece.